Tras superar inconvenientes técnicos que retrasaron la salida a la calle por 4 semanas, finalmente está en circulación la nueva edición del vocero ácrata de ideas y propuestas de acción que publica la Comisión de Relaciones Anarquistas de Venezuela. Como de costumbre, la temática es variada y densa, con los siguientes artículos:
- Editorial: Despolarización y autonomía: retos a los movimientos sociales tras el 3D;
- Cono de sombra (la coyuntura política venezolana tras las elecciones presidenciales);
- El "nosotros" en su laberinto: aumentó la represión en el 2006 contra las protestas populares;
- El partido único o la hegemonía del caudillo;
- Estado, militarismo, genocidio;
- 1984 y el Gran Hermano "mesmo";
- Las masacres ahora se llaman "uso excesivo de las armas";
- El cuento de las cooperativas: una historia sin fin;
- Declaración del II Encuentro Nacional por los territorios, la autonomía y la dignidad indígena;
- ¡No al Gasoducto del Sur!;
- Extema violencia, extrema indiferencia (sobre las masacres en las cárceles venezolanas);
- Entrevista a Brad Will meses antes de su muerte en Oaxaca;
- Colonización inmigración y suburbios: los motines en Francia en el otoño 2005;
- La Internacional de Federaciones Anarquistas en apoyo al pueblo de Oaxaca;
- Entrevista con Horst Stowasser, en torno a la experiencia del Proyecto A;
- Decrecimiento y Anarquía;
- ¿Árboles transgénicos? No, gracias;
- ¡La revolución será un almuerzo de gala! (el proyecto italiano "Cocina Popular");
- Amazonas coronadas (la mitología de los concursos de belleza en Venezuela);
- Docencia y universidad para el Siglo XXI;
- Paideia: más de 25 años de educación libertaria;
- El hip-hop activista;
- Crónica de una apostasía y renuncia a la iglesia anunciada; y
- Noticias (12 notas antagonistas breves de Venezuela y el mundo).
El Libertario reivindica un compromiso sin dobleces con el ideal anarquista, por lo que rechazamos cualquier subsidio o subvencion de los poderes autoritarios y nos esforzamos en una práctica concreta de autogestión que es garantia de subsistencia y difusión. Por ello reiteramos la invitación para que grupos y personas afines se integren a nuestra red de distribuidores, solicitando información en ellibertario@nodo50.org.
Por otra parte, anunciamos que nuestra página web www.nodo50.org/ellibertario está en proceso de reestructuración formal y de contenidos. Por los momentos continúa parcialmente accesible, pero sólo dentro de 2 ó 3 semanas se completará el proceso con el que esperamos mejorar la presentación y la calidad de ese espacio virtual, en cual ya hemos recibido cerca de 110.000 visitas.
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Despolarización y autonomía: retos de los movimientos sociales tras el 3D
Visualizar lo que sucederá con los movimientos sociales en Venezuela tras la cita electoral del 3 de diciembre, no puede realizarse sin entender, aunque sea a grandes rasgos, su propio devenir histórico.
En la segunda mitad de los 80´s, y catalizado por la crisis económica posterior al "viernes negro" (febrero de 1983), nuevas formas de organización y reivindicación comenzaron a desarrollarse en el país: el movimiento estudiantil y de vecinos, de mujeres, contraculturas, ecologistas y de derechos humanos. Subjetividades que si bien tenían a la izquierda como referencia, no respondían mecánicamente a los esquemas organizativos guevaristas-leninistas que reivindicaban la herencia de la insurrección armada de los 60´s. El "Caracazo" (febrero de 1989), como expresión del creciente malestar, configura entonces el inicio de una sociedad civil tanto ajena a los partidos políticos tradicionales y sus redes clientelares del Estado como a los programas de los partidos políticos de izquierda. La efervescencia posterior re-edifica un tejido social compuesto por infinitas iniciativas sociopolíticas, con diferentes y crecientes niveles de articulación entre sí, la cual protagonizó las movilizaciones por el gran objetivo de la época: la salida de Carlos Andrés Pérez del poder.
El movimiento originario de Chávez logra superponerse a esta dinámica y darle un rostro al descontento, legitimándose en las urnas en 1999 al capitalizar la extendida voluntad de cambio que cruzaba el país, pero también revitalizando la matriz populista, caudillesca y estatista que forma parte del acervo histórico venezolano. La imposición de un modelo personalista de dominación tenía como precondición la desarticulación de las dinámicas ciudadanas que permitieron su llegada al poder. Esto fue facilitado, entre múltiples razones, por la polarización impuesta por las élites en pugna: aquellas proscritas del poder, que representaban los sectores productivos tradicionales, y la nueva burocracia "de izquierda", legitimando los intereses de los sectores ligados a la globalización económica en el país.
De esta manera tenemos que el tejido social tras 1999 es fragmentado (movimiento vecinal, estudiantil y ecologista), neutralizado (derechos humanos) y cooptado (indígenas, mujeres, contraculturas) por las expectativas creadas por un gobierno retóricamente de izquierda. Este ha promovido, en su lugar, expresiones de organización popular sin autonomía dentro de una renovada red clientelar, en medio de una de las mayores bonanzas económicas vividas por los altos precios petroleros.
Estas iniciativas populares, tuteladas desde arriba, poseen varios elementos que las caracterizan de otros movimientos sociales:
• La solidaridad vertical suplanta a la solidaridad intra-clase: Las movilizaciones responden a una agenda política impuesta por la cúpula, siendo casi inexistentes sus propias convocatorias o actos de solidaridad cuando otras partes del movimiento son reprimidas por las instituciones.
• Una identidad centrada en el culto a la personalidad y la ausencia de una historicidad y argumentación diferente de la originada por la figura de poder, lo cual impide cualquier hipotética "profundización de la revolución".
• El objetivo de su práctica es legitimar los proyectos gubernamentales, sin ningún proceso de construcción paralelo o diferente.
• Un desgaste progresivo por su incorporación a la lógica acumulativa político-electoral
El incumplimiento de las expectativas generadas por el chavismo ha aumentado exponencialmente las protestas populares durante el 2006, lo cual continuará incrementándose en 2007. Pero es precisamente con el chantaje de la polarización –"darle armas a la derecha", "manipuladas por el imperialismo"- como se contiene el creciente descontento frente a un Estado que no se transformó en el momento en que pudo hacerlo, cuya nueva burocracia realiza políticas para nada diferentes al asistencialismo populista latinoamericano.
Los retos para los movimientos sociales, tras la re-elección presidencial, no son sólo de orden práctico, como puede ser su configuración autónoma o la experimentación de prácticas y espacios diversos de aprendizaje y contra-hegemonía. También son de orden teórico. La superación del maniqueísmo seudo anti-imperialista, centrado exclusivamente en demonizar la figura de George W. Bush, supondría la comprensión de las dinámicas múltiples del flujo y poder mundial del capital transnacional. Y han sido precisamente los movimientos sociales, domesticados por el oficialismo y por sus opositores electorales, quienes han internalizado la disciplina de ser un país exportador de energía barata, a despecho de cualquier consideración ambientalista, profundizando el papel asignado a Venezuela por la globalización económica. Pero si nos atenemos a los eventos de los últimos meses de 2006 – acciones contra el carbón en el Zulia, protestas de los vendedores informales en Caracas y de los pescadores artesanales de Güiria, entre otros - así como el modo en que han sido enfrentados y criminalizados por las propias bases chavistas, el horizonte parece avizorar un largo período de conflictividad entre oprimidos: unos tratando de protestar por algunas mejoras estructurales, y otros enfrentándolos para escalar posiciones dentro de la jerarquía de afectos del personalismo de Estado. Ante ello, que no haya duda en que desde estas páginas impulsaremos las propuestas alternativas de despolarizar las luchas sociales – independizándolas de la trampa electoralista o de espejismos mesiánicos – y de construir, a partir de esas mismas luchas y de quienes las protagonizan, una agenda autónoma para la transformación social positiva.