Durante las celebraciones satánicas que tuvieron lugar en Miami a raíz de conocerse la Proclama del compañero Fidel, apareció, entre otras modalidades de la horda que se manifestaba, un grupo que presentaba, con cartel incluido, el siguiente proyecto: crear el Estado 51 de los Estados Unidos que se llamaría Havami (la mezcla de Havana y Miami) y estaría compuesto por la unión de los condados de Monroe y Dade del sur de la Florida y la República de Cuba.
Los neoanexionistas Ileana Ros, Jorge Mas Canosa y Tomás García Fusté, junto al entonces presidente George Bush padre cuando firmaba la Ley Torricelli.
Reaparecía el viejo fantasma del anexionismo, corriente que siempre ha defendido la idea de que Cuba debe incorporarse a los EE.UU. como un estado más de la Unión y desaparecer como nación independiente.
Aquel cartel y el proyecto del grupito que lo elaboró nos llevó a preguntarnos ¿Qué ha pasado con esta corriente anexionista en las últimas décadas?
Aquí en Cuba solo queda lo que puede definirse como el lumpen del anexionismo; es decir, los miembros de los grupúsculos de mercenarios que de manera consciente son comprados por una potencia extranjera y en obligación a quien paga responden plenamente a los intereses del imperio. Recuérdense las imágenes transmitidas hace unos meses en la Mesa Redonda tras aquel espectáculo denominado "Asamblea para una Sociedad Civil en Cuba", celebrada no casualmente el 20 de mayo, donde bajo la tutela de James Cason (ex jefe de la SINA) y otros diplomáticos extranjeros, se reunieron unas decenas de estos mercenarios. Allí se pudo ver y escuchar claramente cuando en uno de los momentos culminantes de esta "actividad" se paró un participante y gritó a toda voz: "Viva Bush", los aplausos que siguieron al grito refrendaban que los participantes se consideran empleados pagados por el imperio que reconocen que su presidente es el de los Estados Unidos, pero todo con un carácter muy marginal y puramente mercenario, me pagas y te soy leal.
El campo anexionista cambió después del triunfo de la Revolución, cuando la casi totalidad de los defensores del fin de Cuba como país independiente emigraron de una forma u otra hacia los EE.UU. Una vez allí, en algún momento de estas casi cinco décadas transcurridas, se convirtieron en ciudadanos norteamericanos, o sea, juraron lealtad, en ceremonia con fuerza legal, a la bandera y a la Constitución de los Estados Unidos.
De esa manera se producía un cambio sustancial. Los anexionistas clásicos se transformaban en norteamericanos con todas las de la ley y a partir de esa metamorfosis todo lo que dijeran o hicieran lo hacían como norteamericanos de hecho y de derecho.
Desaparecía el viejo debate entre patriotas y cubanos anexionistas (en aquellos tiempos todavía cubanos aun en contra de su voluntad), pues en los tiempos presentes serían norteamericanos en cualquiera de sus actuaciones.
Eso es lo que hace que en Estados Unidos se aprecien ahora claramente dos grupos dentro del movimiento anexionista.
El primero es a todas luces minoritario y es el que representa a los del proyecto Havami, o sea la clásica desaparición de la nación cubana y su absorción por los EE.UU. aunque con la novedad de la doble absorción o doble anexión, primero por Miami y luego por los EE.UU.
Luego en franca mayoría está lo que denominaría como los neoanexionistas. Estos son ciudadanos que han hecho su vida y negocios en los Estados Unidos como norteamericanos y que más que la anexión clásica del siglo XIX, han desarrollado el concepto de apoderarse de propiedades en Cuba para explotarlas como hombres de negocios estadounidenses.
Sin pudor y en honor a su mentalidad anticubana piden abiertamente la agresión militar de los EE.UU. a la Isla, pues saben que ellos como clase están y estarán históricamente derrotados en Cuba. En su forma de pensar solo podrían apropiarse de los recursos de nuestra nación, viniendo de manera cobarde detrás de los marines.
Esto no es una frase festinada ni una exageración. El pasado 15 de agosto, en una reunión efectuada en Miami, el senador norteamericano Melquíades Martínez, dirigiéndose a una audiencia de neoanexionistas, declaró de forma reveladora: "enviar a los marines no es la solución".
¿Por qué se vio obligado a trasladar este mensaje?
Primero, porque eso es lo que están pidiendo los neoanexionistas a su gobierno, el de Washington: que vengan los marines y les garanticen la idea fantasiosa de recuperar u obtener propiedades en Cuba, tal y como está escrito en la Ley Helms-Burton vigente en los EE.UU, y que como bien fue descrita no es otra cosa para los cubanos que la ley de la esclavitud y, segundo, porque serían derrotados.
Antes de esta ley ya existía una comisión de "reclamación de propiedades",¿para quién?, para ciudadanos norteamericanos, y después de la Ley, redactada por los equipos del senador Jesse Helms y el representante Dan Burton, con el apoyo decisivo de la mafia de Miami y los abogados de la Bacardí, se reforzó esa idea para favorecer la incautaciónde las propiedades. La mayoría de los que se han inscrito allí lo que desearían ocupar y poseer en Cuba sea tierra, fábricas, inmuebles, viviendas u otras, son estos ex cubanos que hoy son ciudadanos norteamericanos, o sea, los neoanexionistas, que sí sueñan con ser dueños de riquezas de todo tipo de nuestro país, sacarle la respectiva plusvalía y disfrutar de sus beneficios como norteamericanos; lo demás es ¡sálvese el que pueda!
Este es el anexionismo del siglo XXI o el neoanexionismo.
Y por qué neoanexionismo, ¿qué cambió?
Lo que cambió son las formas de dominación del imperio, que no son hoy las mismas del siglo XIX cuando soñaban con la anexión.
Para los ideólogos del imperio, el control de un país se realiza hoy mediante mecanismos financieros, económicos, tecnológicos y científicos, mientras los gobiernos de determinados países se controlan como virtuales colonias pero sin la necesidad de asumir los costos sociales que conllevaría el tener un protectorado tipo siglos XVII y XVIII, donde tendrían que hacerse cargo de la infraestructura, la Salud, la Educación, etc.
Se quitan de arriba los gastos sociales y controlan a veces más efectivamente la dirección de los gobiernos de esos países en los temas que les interesa fiscalizar y donde necesitan aseguramiento a sus beneficios o intereses y de lo cual un ejemplo cercano lo constituye la concepción del proyecto del ALCA.
Por tanto, si al gobierno imperial no le interesa el colonialismo clásico por las razones antes explicadas, los que fueron cubanos y hoy son norteamericanos se adaptan disciplinadamente para transformarse en neoanexionistas.
Para Cuba, sin embargo, estos neoanexionistas del 2006, por su forma de actuar y de pensar siguen jugando el mismo papel y actuando en función de los mismos intereses de sus predecesores de los siglos XIX y XX.
Aquí están los hechos, ahora saque usted sus propias conclusiones.