Salva a los niños y salvarás la nación, con el Camino a la Felicidad, de L. Ron
Consuelo | 21.10.2013 17:52
El Camino a la Felicidad, un pequeño librito que está cambiando al mundo, erradicando la criminalidad y devolviendo la dignidad al hombre.
De carácter NO religioso y apolítico, que no distingue razas, credos, nacionalidades, estratos sociales o color de piel, puede ser usado por cualquiera, hombre, mujer y niño, para mejorar la sociedad y poner paz en la tierra.
http://www.elcaminoalafelicidad.mx/thewaytohappiness/precepts/love-and-help-children.html
Los niños de hoy serán la civilización del mañana. Traer a un hijo al mundo de hoy es casi lo mismo que meterlo en la jaula de un tigre. Los niños no pueden manejar su entorno (1) y carecen de verdaderos recursos. Necesitan amor y ayuda para tener éxito.
Es un problema delicado a discutir. Existen casi tantas teorías sobre la forma de educar a un hijo, o sobre la forma de no hacerlo, como existen padres. Sin embargo si alguien lo hace mal puede causar mucho dolor y hasta podría complicar sus años venideros. Algunas personas tratan de educar a sus hijos en la misma forma en que las educaron a ellas, otras intentan exactamente lo opuesto, y muchas otras se adhieren a la idea de que a los hijos sólo se les debería dejar crecer por sí mismos. Nada de esto garantiza el éxito. El último método se basa en la idea materialista (2) de que el desarrollo de un niño es paralelo a la historia evolucionista (3) de la raza; que en alguna forma mágica e inexplicable, los “nervios” del niño “madurarán” a medida que crece y el resultado será un adulto moral(4) y de comportamiento ejemplar. Aunque la teoría se desmiente fácilmente; basta hacer notar la numerosa población criminal cuyos nervios, de alguna manera, no maduraron; es una forma perezosa de educar a los niños y tiene cierta popularidad. Esto no se hará cargo del futuro de la civilización, ni de tus años de vejez.
Un niño se parece un poco a una pizarra en blanco. Si escribes algo erróneo en ella, dirá cosas erróneas. Pero a diferencia de una pizarra, un niño puede empezar a escribir por su cuenta: el niño tiende a escribir lo que ya se ha escrito. El problema se complica por el hecho de que aunque la mayoría de los niños son capaces de ser muy honestos, unos cuantos nacen dementes y, en la actualidad, algunos incluso nacen drogadictos: pero tales casos son muy raros.
No ayuda tratar de “comprar” al niño con una cantidad abrumadora de juguetes y posesiones o sofocarlo y protegerlo: el resultado puede ser nefasto.
Uno tiene que decidir en qué quiere que se convierta el niño: esto se modifica por varios factores: (a) lo que el niño básicamente puede llegar a ser debido a su naturaleza y a su potencial inherentes; (b) lo que el propio niño realmente quiere llegar a ser; (c) lo que uno quiere que el niño llegue a ser; (d) los recursos disponibles. Pero recuerda que cualquiera que sea el resultado, el niño no sobrevivirá bien a menos que, finalmente, llegue a tener confianza en sí mismo y sea muy moral. De lo contrario, es probable que el producto final sea un riesgo para todos, incluyendo al niño.
Cualquiera que sea el afecto que se tenga por el niño, recuerda que a la larga, no podrá sobrevivir bien si no se le pone en el camino a la supervivencia. No será accidental que el niño actúe mal: la sociedad contemporánea está hecha a la medida para que el niño fracase.
Será de gran ayuda para el niño si logras que comprenda los preceptos (5) que contiene este libro y esté de acuerdo en seguirlos.
Lo que sí funciona es sencillamente tratar de ser amigo del niño. Es una gran verdad que un niño necesita amigos. Trata de averiguar cuál es realmente el problema del niño y, sin destruir sus propias soluciones, trata de ayudarle a resolverlo. Observa a los niños, y esto se aplica incluso a los bebés. Escucha lo que te digan sobre su vida. Deja que ellos ayuden; si no los dejas, se sentirán abrumados por el sentido de obligación (6) que entonces tienen que reprimir.
Será de gran ayuda para el niño si logras que comprenda este camino a la felicidad, que esté de acuerdo con él y que lo siga. Podría tener un efecto enorme en la supervivencia del niño; y en la tuya.
Es un hecho que a un niño no le va bien sin amor. La mayoría de los niños lo tienen en abundancia para corresponder a él.
En la ruta del camino a la felicidad está
el amar y ayudar a los niños desde la primera infancia
hasta que llegan al borde de la edad adulta.
http://www.elcaminoalafelicidad.mx/thewaytohappiness/precepts/love-and-help-children.html
Los niños de hoy serán la civilización del mañana. Traer a un hijo al mundo de hoy es casi lo mismo que meterlo en la jaula de un tigre. Los niños no pueden manejar su entorno (1) y carecen de verdaderos recursos. Necesitan amor y ayuda para tener éxito.
Es un problema delicado a discutir. Existen casi tantas teorías sobre la forma de educar a un hijo, o sobre la forma de no hacerlo, como existen padres. Sin embargo si alguien lo hace mal puede causar mucho dolor y hasta podría complicar sus años venideros. Algunas personas tratan de educar a sus hijos en la misma forma en que las educaron a ellas, otras intentan exactamente lo opuesto, y muchas otras se adhieren a la idea de que a los hijos sólo se les debería dejar crecer por sí mismos. Nada de esto garantiza el éxito. El último método se basa en la idea materialista (2) de que el desarrollo de un niño es paralelo a la historia evolucionista (3) de la raza; que en alguna forma mágica e inexplicable, los “nervios” del niño “madurarán” a medida que crece y el resultado será un adulto moral(4) y de comportamiento ejemplar. Aunque la teoría se desmiente fácilmente; basta hacer notar la numerosa población criminal cuyos nervios, de alguna manera, no maduraron; es una forma perezosa de educar a los niños y tiene cierta popularidad. Esto no se hará cargo del futuro de la civilización, ni de tus años de vejez.
Un niño se parece un poco a una pizarra en blanco. Si escribes algo erróneo en ella, dirá cosas erróneas. Pero a diferencia de una pizarra, un niño puede empezar a escribir por su cuenta: el niño tiende a escribir lo que ya se ha escrito. El problema se complica por el hecho de que aunque la mayoría de los niños son capaces de ser muy honestos, unos cuantos nacen dementes y, en la actualidad, algunos incluso nacen drogadictos: pero tales casos son muy raros.
No ayuda tratar de “comprar” al niño con una cantidad abrumadora de juguetes y posesiones o sofocarlo y protegerlo: el resultado puede ser nefasto.
Uno tiene que decidir en qué quiere que se convierta el niño: esto se modifica por varios factores: (a) lo que el niño básicamente puede llegar a ser debido a su naturaleza y a su potencial inherentes; (b) lo que el propio niño realmente quiere llegar a ser; (c) lo que uno quiere que el niño llegue a ser; (d) los recursos disponibles. Pero recuerda que cualquiera que sea el resultado, el niño no sobrevivirá bien a menos que, finalmente, llegue a tener confianza en sí mismo y sea muy moral. De lo contrario, es probable que el producto final sea un riesgo para todos, incluyendo al niño.
Cualquiera que sea el afecto que se tenga por el niño, recuerda que a la larga, no podrá sobrevivir bien si no se le pone en el camino a la supervivencia. No será accidental que el niño actúe mal: la sociedad contemporánea está hecha a la medida para que el niño fracase.
Será de gran ayuda para el niño si logras que comprenda los preceptos (5) que contiene este libro y esté de acuerdo en seguirlos.
Lo que sí funciona es sencillamente tratar de ser amigo del niño. Es una gran verdad que un niño necesita amigos. Trata de averiguar cuál es realmente el problema del niño y, sin destruir sus propias soluciones, trata de ayudarle a resolverlo. Observa a los niños, y esto se aplica incluso a los bebés. Escucha lo que te digan sobre su vida. Deja que ellos ayuden; si no los dejas, se sentirán abrumados por el sentido de obligación (6) que entonces tienen que reprimir.
Será de gran ayuda para el niño si logras que comprenda este camino a la felicidad, que esté de acuerdo con él y que lo siga. Podría tener un efecto enorme en la supervivencia del niño; y en la tuya.
Es un hecho que a un niño no le va bien sin amor. La mayoría de los niños lo tienen en abundancia para corresponder a él.
En la ruta del camino a la felicidad está
el amar y ayudar a los niños desde la primera infancia
hasta que llegan al borde de la edad adulta.
Consuelo