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“Camilo, aquí está el Che”

Humberto Concepción Toledo | 07.10.2006 03:09 | Culture | World

Radio Rebelde, la emisora guerrillera, hizo inmortal la frase que todavía hace vibrar a quienes la escuchan. Octubre la reitera desde que la historia quiso atrapar en un mes la dimensión de sus hazañas. Como si el contacto de los jefes de las columnas invasoras a través de las hondas de la planta fundada por el Che a principios de ese propio 1958, hubiese quedado eternizado como símbolo de una amistad que hasta en los más duros momentos encontró espacio para la broma, para la amistad sincera y el respeto de los héroes.

Camilo y Che
Camilo y Che


Por : Humberto Concepción Toledo
Radio Rebelde, la emisora guerrillera, hizo inmortal la frase que todavía hace vibrar a quienes la escuchan. Octubre la reitera desde que la historia quiso atrapar en un mes la dimensión de sus hazañas. Como si el contacto de los jefes de las columnas invasoras a través de las hondas de la planta fundada por el Che a principios de ese propio 1958, hubiese quedado eternizado como símbolo de una amistad que hasta en los más duros momentos encontró espacio para la broma, para la amistad sincera y el respeto de los héroes.
Los meses previos al triunfo de la Revolución dejaron en suelo espirituano una huella de esa relación entrañable entre Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara, recogida en las páginas del libro El Joven Kmilo, del también invasor William Gálvez.
El encuentro entre los legendarios comandantes invasores
El 25 de noviembre, Camilo y parte de su tropa acampan en Juan Francisco; los restantes continúan hacia la comandancia, en los montes de Alicante. Ese día Pinares es designado para operar con su pelotón en los alrededores de Camajuaní. También se recibe el tan esperado mensaje de Che, en que cita a su entrañable hermano de armas para El Pedrero, en el Escambray. Rumbo a ese destino, a caballo, parte el Señor de la Vanguardia con varios invasores el 27 de noviembre. En el cruce de la Carretera Central abordan un jeep, y en él arriban a su meta en la noche del 29 de noviembre.
El encuentro entre los dos ya legendarios comandantes invasores se manifiesta a la altura de su profunda amistad. Ambos se muestran sinceramente emocionados por verse de nuevo y estar juntos en aquella provincia. Más tarde vienen las conversaciones relacionadas con los problemas en dicho territorio y cómo se van solucionando. Por su parte, nuestro jefe narra los encontrados en la zona norte y las soluciones que les ha venido aplicando. Luego tratan sobre los planes de continuar la invasión. Como colofón, por supuesto, no faltan las bromas que Camilo hace a Che. Almuerzan y hacen práctica de tiro con pistola.
El 30 de noviembre, segundo aniversario del alzamiento en Santiago de Cuba, Che comunica a Camilo que por la subida de Fomento a El Pedrero vienen dos tanques Sherman, una tanqueta y más de cien “casquitos”. Nuestro jefe asume el mando del personal que está emboscado en El Pedrero. Ordena disparar sólo cuando el enemigo esté bien cerca, y tiro a tiro, para ahorrar parque. Una avioneta se mantiene dando vueltas sobre el territorio rebelde.
Por la tarde llega la noticia de que los guardias que vienen por el camino de Santa Lucia, siguen avanzando y pronto llegarán a Manacas, donde el Che acampa. En ese lugar también se encuentran el transporte de la tropa de la “Antonio Maceo” y las bombas que se espera poder trasladar a nuestra Zona Norte. Guevara ordena hacer otro frente, entre El Pedrero y Manacas, para defender dicha posición. Ante la inminencia del peligro, se trasladan todas las mercancías para lugares seguros y se manda a buscar a los milicianos, con el propósito de cavar trincheras y abrir una zanja en el terraplén, para evitar el avance de los tanques y carros blindados. Más tarde se recibe la noticia de que los vehículos y las demás unidades militares han comenzado a retirarse.
Donde se encuentran los invasores de la “Antonio Maceo”, el enemigo no se ha dispuesto a entrar en combate, lo que permite que se cocinen algunas gallinas y se descanse. Luego Camilo y sus acompañantes se dirigen en un jeep donde se encuentra Che, pero el primero se muestra preocupado por no tener noticias de su tropa.
El 1 de diciembre, bien temprano, Camilo extiende más la línea de fuego y coloca personalmente a los combatientes. Se tirotea un poco al enemigo, que no avanza; al mediodía, éste comienza a retirarse, y en la huída abandonan obuses de bazucas. Antes de regresar a su zona de operaciones, Camilo y Che conversan nuevamente sobre los planes futuros; acuerdan que el capitán Ángel Frías (Angelito) se quede como jefe de las tropas que operan en lo que ellos han denominado “el Frente Norte de Las Villas”, para lo cual debe trasladarse hacia ese territorio con nuestro jefe, quien ordena recoger las bombas para, luego de la despedida, iniciar el regreso.
El mes de despedida de 1958 atesora la historia de la consolidación de las acciones rebeldes en el centro de la Isla y en toda Cuba. La desmoralización de las fuerzas batistianas hace que prácticamente el ejército se encierre en los cuarteles ante la ofensiva guerrillera. Mientras las tropas de la Columna 8 y del Directorio Revolucionario 13 de Marzo consiguen la liberación de Fomento, Guayos, Cabaiguán y Sancti Spíritus, en la zona norte, Camilo y sus hombres también hacen de las suyas hasta concentrar esfuerzos en Yaguajay, en cuyo cuartel encuentran una tenaz resistencia.
El Ejército Rebelde posee un menor número de hombres con buen armamento, aunque mayor cantidad total que el enemigo si contamos la milicia campesina. En cuanto a la correlación en armas, el enemigo tiene efectivos superiores a los de los revolucionarios, pues para poder atacar con probabilidades de éxito a una tropa que está a la defensa, se necesita duplicar o triplicar su número en hombres y armamentos. El Ejército Rebelde no tiene esa fuerza, aunque cuenta con otra superior, que sobrepasa los cálculos logísticos: su moral combativa, su disposición de lucha por una causa justa, así como el apoyo de la población.
El experimentado jefe guerrillero (Camilo), después de estudiar la situación, decide tomar el pueblo primero, es decir las posiciones que ocupa el enemigo, y luego el reducto militar.
El encalve militar es una sólida fortificación situada en una explanada, sin construcciones ni vegetación en unos cien metros a la redonda, lo que hace extremadamente difícil su asalto. Las posiciones dentro del pueblo, sin embargo, son más vulnerables, ya que los insurrectos pueden acercarse a ellas protegidos por las construcciones aledañas.
Camilo ordena concentrar el mayor número de combatientes en esos objetivos, para, una vez tomados, equilibrar la correlación de fuerzas contra los acuartelados.
Al iniciar el fuego a sus posiciones desde la noche del 22 de diciembre, se logra que las avanzadas y patrullas existentes en el pueblo, se retiren. El 23 de diciembre, luego de conocer con exactitud la situación de los soldados y de concretar los últimos detalles, el Jefe decide estrechar el cerco y desalojarlo del pueblo. Con las primeras sombras de la noche se inicia el ataque. Mientras da instrucciones, recibe la visita del Che. Camilo monta en el jeep junto con su querido jefe y amigo, y con otros combatientes se dirige al batey de La Caridad. Allí analizan y acuerdan cómo desarrollar las acciones futuras.
El jefe rebelde del MR-26-7 en la provincia coincide con el plan de Camilo y, a su vez, le informa que va a atacar a Remedios y Caibarién, para lo cual le solicita algunos hombres. Indica a su mejor alumno que debe permanecer allí para concluir la toma del cuartel; ambos coinciden en que será la posición más difícil si el enemigo, como parece hasta ese momento, se empeña en defenderlo.
A la hora de la retirada, Che, queriendo fastidiar a Camilo, le dice irónicamente:
- Voy a tené que mandarte mi pelotón suicida para ayudar a vos a tomar ese cuartelito.
Risueño e imitando la manera de hablar de su amigo, Camilo le pasa el brazo por el hombro y responde:
- Vos teené un pelotón suicida, pero toda mi columna es suicida... Mira que vos sos descarado, argentino cobardón... Tené que hacer eso, para que te saquen de tus apuros... Pero yo no lo necesito, porque no corro en los combates como vos... Andá, montate en el jeep y no te ocupés, que si tenés miedo, mándame a buscar.
- Está bien, chico... Pero acordate que yo soy tu profesor... – Expresa Guevara con la misma alegría.
Camilo lo abraza y responde con ternura...
- Tienes razón. Toda la vida lo serás.
El abrazo de Che no se hace esperar. Luego de la simpática y cariñosa despedida, Guevara sube al jeep y ya en marcha, le grita a su querido hermano:
- ¡Acordate de no hacer locuras, Camilucho...!
Mientras las fuerzas del Che logran avances impredecibles y se hace más cruento el hostigamiento a las posiciones enemigas en Santa Clara, la tropa de Camilo proseguía su combate en el cuartel de Yaguajay, bajo la incidencia de las bombas de la fuerza aérea batistiana, que en la mañana del 25 de diciembre lanza a los sitiados alimentos y parque, que en su mayor parte cae en manos guerrilleras.
Lo más importante del día es la nueva visita de Che. Éste recomienda a nuestro jefe que mantenga la calma y no intente tomar por asalto el cuartel, pues eso originaría una gran pérdida de hombres. Él considera que puede dominar la situación de Santa Clara con las fuerzas bajo su mando, en cooperación con las del Directorio Revolucionario 13 de Marzo.
Se determinan los posibles lugares por donde los sitiados pueden recibir refuerzos y dirigirse en caso de que intentaran romper el cerco para ser evacuados. Esto sólo lo pueden hacer por algunos de los embarcaderos de los centrales situados en la costa norte, incluyendo los más cercanos a Camaguey.
Luego de retirarse el jefe de la Columna No 8 “Ciro Redondo”, su colega de la “Antonio Maceo” me ordena situar emboscadas en la carretera entre Mayajigua y Chambas, minar los puentes entre ambos pueblos, también los de los embarcaderos de los centrales Nela y Victoria, y situar personal en el aeropuerto de Mayajigua.
Las fuerzas batistianas en el cuartel de Yaguajay bajo el mando del capitán Abon Lee continúan cercadas el 28 de diciembre, en espera del prometido refuerzo que sus superiores le vaticinaban, mientras les inculcaban que resistieran.
En horas de la noche, Camilo se dirige a Santa Clara en unión de otros combatientes. Va a un cambio de impresiones, a analizar el desarrollo de la situación y en busca de una bazuca o un mortero, seguro de que con esa arma rendiría al cuartel.
Aunque está conciente de que no puede sacrificar hombres, se le nota ansioso por terminar de una vez el combate de Yaguajay. Se ratifica la misma táctica: no desesperarse, no sacrificar hombres. La marcha a occidente aún se mantiene, le reitera Che. Su querido compañero le informa del desarrollo de las acciones en la capital villareña, y le entrega una busca y un cañón antitanque, aunque este último requiere reparación; le promete, además, ir a visitarlo y llevarle un mortero.
Amanece el penúltimo día de 1958 y la situación dentro del cuartel de Yaguajay se hace cada vez insostenible, pero ante la terquedad del jefe de la plaza, la guarnición sigue resistiendo, aún cuando la moral de la tropa es baja.
Esa misma noche nos visita por tercera vez el comandante Guevara acompañado de varios combatientes. El encuentro se efectúa en el batey del Narcisa.
Sesenta años atrás, un glorioso internacionalista vivaqueaba con su tropa en este propio batey, sufriendo la ignominia de un triunfo escamoteado y una independencia mediatizada, por la oportunista y rapaz intervención de los Estados Unidos. El General en Jefe del Ejército Libertador, nuestro querido Máximo Gómez, al finalizar la segunda Guerra de Independencia, en 1898, se vio obligado a permanecer en este territorio de Yaguajay hasta el 2 de enero de 1899. En esta ocasión, la historia no se repetiría: los jefes invasores serían los primeros en entrar triunfantes en La Habana.
Camilo le informa acerca del “Dragón I” y lo útil que puede ser fabricar varios para atacar posiciones situadas en llanazos, como el cuartel de Yaguajay. Che toma la idea como buena. A su vez, le informa de la situación en Santa Clara, del sitio del Escuadrón 31; aunque el regimiento y otras posiciones aún no han sido tomados, se mantienen cercados y considera que con las fuerzas existentes podrá hacerle morder el polvo de la derrota.
Entrega a su compañero de armas una bazuca con escaso parque y le promete mandarle al siguiente día un mortero con su tirador. El comandante Cienfuegos le solicita el envío de una avioneta para bombardear a los cercados, y Che le responde que se la mandará durante la tarde del próximo día. Camilo se ve impaciente, y nuevamente su jefe y hermano le pide calma.
Le explica que los personeros de la tiranía hacen hincapié en que Fidel y los principales dirigentes del Ejército Rebelde y el Movimiento revolucionario 26 de Julio son comunistas y están apoyados por ese partido, por lo cual es probable que se produzca una división del país: desde los límites entre Las Villas y Matanzas hasta Pinar del Río, se mantendría el régimen, y desde esos límites hasta Oriente quedaría en manos nuestras, como ha sucedido en Corea y Vietnam. En este caso los gringos le facilitarían a la tiranía tropas para la defensa de su territorio, tal como ha hecho en esos países. Por todo esto, es necesario contar con suficientes fuerzas para enfrentar las futuras situaciones, le concluye.
CAMILADA
La presencia del famoso guerrillero argentino atrajo a muchos vecinos del batey. Al percatarse de la curiosidad de los pobladores del lugar, Camilo se dirige a Che:
- Tú sabes que cuando triunfemos me voy a hacer rico contigo.
- Dejate de bromas, que tengo que irme...
- No, no es broma... Te voy a meter en una jaula y recorreré el país cobrando a medio la entrada para verte.
- Tú siempre con tus camiladas, -expresa Che, sonriente.
Un día después, la toma de Santa Clara y la rendición del cuartel de Yaguajay engrandecería la hazaña de los invasores y abriría el camino para el recibimiento del enero luminoso de 1959. Camilo y Che emprenderían nuevas acciones, pero su estancia en suelo espirituano contribuiría a reafirmar la solidez de una amistad eterna.

Humberto Concepción Toledo