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¡Ni un sólo casco azul al Líbano!

PCInt. | 21.08.2006 11:35 | Lebanon War 2006 | Anti-militarism | Repression | Social Struggles

La guerra de Israel en el Líbano tiene varios aspectos. Algunos corresponden a la política de Israel con respecto a su territorio, otros a la política imperialista estadounidense en Medio Oriente de la cual Israel es su instrumento fundamental, más allá vemos la constante inestabilidad de un país como el Líbano y de una población como la palestinense, indomable frente a los diversos Estados del área en la cual sobrevive separada y prófuga, pero incapaz históricamente de emanciparse de la opresión nacional impuesta desde hace un siglo, primero por el colonialismo inglés y, luego, por el sionismo.

LA MISIÓN DE PAZ DE LOS CASCOS AZULES ES PURAMENTE DE GUERRA IMPERIALISTA


¡Proletarios!

El Medio Oriente, bien sea por sus recursos petroleros, o por la posición estratégica de primer plano que esta representa, o por la influencia objetiva que los movimientos políticos y religiosos que allí nacen y se desarrollan, tienen de Europa, es al mismo tiempo el banquete suculento para cada país imperialista –comenzando por los Estados Unidos– y motivo permanente de conflictos para todas las grandes potencias imperialistas que dominan el mundo, así como para los apetitos de las burguesías locales.


El problema sin resolver de Palestina siempre en primer plano de la actualidad, la inestabilidad del Líbano, la debilidad intrínseca de Estados como Jordania, Kuwait, Yémen, el colapso de Irak, desgarrado por una guerra de repartición interna y externa; las miras imperialistas de una potencia regional como Irán, que sopla sobre las brazas del terrorismo nacionalista (Hamas) y del terrorismo confesional (Hizbollah); el difícil equilibrio de Egipto, Siria, Arabia Saudita en el tablero de ajedréz mezoriental y que actúan directa e indirectamente, que se aprovechan de las complicadas relaciones entre Estados cuyas fronteras han sido diseñadas por las potencias imperialistas europeas en su diseño de “descolonización” luego de la II guerra mundial; todo esto, sin olvidar la inserción del Estado de Israel en el área, cuya tarea inicial era la de contrastar la influencia rusa y de representar más directamente los intereses de los imperialismos occidentales en el área, en particular estadounidenses, todo esto forma un nudo inextricable de intereses locales, regionales y mundiales de los diversos países cuyas economías capitalistas al mismo tiempo necesitan de alianzas económicas y de contrastes políticos recíprocos, para seguir incrementando los propios beneficios.


¡Proletarios!


Los ríos de sangre que las poblaciones de Medio Oriente derraman desde hace más de un siglo se caracterizan cada vez más por la sangre de los proletarios y de las masas desheredadas y proletarizadas que hoy forman la gran mayoría.


¡Proletarios!


En esta tierra martirizada en la cual se mezclan opresión salarial, opresión nacional, opresión económica y desastres de la guerra, el capitalismo, representado por diferentes banderas, chupa sangre y ganancias de los proletarios de cada nacionalidad. En esta tierra, en la cual se demuestra cada vez más que la paz es un intervalo más o menos breve entre una y otra guerra, y en la cual los más despiadados apetitos imperialistas –tanto de Estados Unidos como de Francia, Alemania y la Gran Bretaña, de Italia y de cualquier otro país que se alía circunstancialmente en las diversas “misiones de paz” o “guerra al terrorismo”– se combaten sin límite; en esta tierra los proletarios libaneses, palestinos, jordanos o sirios, irakíes, iraníes o israelís no tienen ninguna garantía de vida y de paz: el capitalismo, enmascarado con el maquillaje de democracia, libertad, civilización, y también de la religión, continuará aportando sin pausa explotación y muerte.


¡Proletarios!


El contingente de 15.000 soldados “cascos azules” de la ONU enviados de Francia, Italia, España y de las Américas principalmente, y que tomará posición en el Líbano dentro de los 30 km de “seguridad” con la frontera de Israel, luego que el ejército, la marina y la aviación de Tel Aviv han destruido todo lo que podía ser destruido, vienen a tomar posición en el Líbano con la tarea oficial de garantizar el “cese al fuego” entre Hizbollah y Tsahal, desarmar a la milicia chiita de Hizbollah para impedirle accionar militarmente, y “ayudar” al gobierno de Beirut a reconstruir lo que el ejército israelí ha destruido, y aquí se ve que la guerra es un negoción., pues, si participan lo hacen ante todo para defender sus propios intereses imperialistas.


¡Proletarios!


Esta operación de mafiosos la llaman misión de paz, pero en realidad es una operación de policía imperialista al servicio del imperialismo: en élla participan italianos, franceses, turcos, españoles, australianos y otros; los estadounidenses son por el contrario “representados” como siempre por los israelíes. Por enésima vez se asistirá a la farsa de una pacificación imposible, tales y tantos son los intereses contrastantes presentes. Miras territoriales de Israel hacia el Líbano y Siria, reivindicaciones territoriales de Líbano y Siria frente a Israel y sobre todo territorios palestinenses transformados en campos de concentración y en áreas de extrema desocupación y miseria de lo cual sus habitantes son empujados continuamente a evadir; influencias políticas estadounidenses sobre Israel en particular, pero también sobre Arabia Saudita, Egipto y Jordania; influencias francesas sobre el Líbano y la Siria, influencias iraníes sobre los chiitas en Irak y Líbano; miras expansionistas de Turquía que mira hacia Kurdistán; influencias francesas y rusas sobre los sunitas en Irak y sobre los cristianos libaneses; intereses políticos y diplomáticos de los países imperialistas europeos hacia el Líbano, Israel, Irak e Irán.


En este nudo de intereses y de contrastes capitalistas, los proletarios del Cercano y Medio Oriente están destinados a sufrir las peores consecuencias. Desde la II guerra mundial hasta hoy no ha habido un solo día sin guerra: de una masacre en Palestina se seguirá otra en Jordania, o en el Líbano, o luego en Egipto, en Irak y de nuevo en Palestina, en Israel, o de nuevo en el Líbano, en una espiral sin fin.


¡Proletarios!


La salida no se encuentra en las misiones de la ONU, ni en las treguas provisorias, ni en el retiro “unilateral” o en la “guerra relámpago” para que, luego de terminada la misión, la tregua, un retiro, vuelva a comenzar la guerra en el mismo país o en el mismo rincón. Ninguna burguesía cuando habla de pacificación, es capaz hoy en día de garantizar un futuro de paz, sea éste el jefe de un país mezoriental o de una gran potencia imperialista. Mucho menos los lamentosos llamados a la paz y al silencio impuesto por las armas, que vienen lanzados regularmente por los pacifistas o la Iglesia, pueden “sacudir las conciencias” para que “decidan” terminar con los bombardeos y las masacres. No es la conciencia de los individuos sino la búsqueda de beneficios.


La única salida se encuentra en la lucha que los proletarios deban y deberán emprender contra su propia burguesía, rompiendo con el abrazo sofocante de “unidad nacional” que sólo traen beneficios a los burgueses, como decenios de historia así lo demuestran.


Proletarios italianos, franceses, ingleses, españoles, rusos, de Europa y de las Américas: nuestras burguesías imperialistas, unas más que otras pero todas en suma, representan intereses capitalistas que sólo son satisfechos a condición de explotar de manera cada vez más bestial el trabajo asalariado, partiendo de los proletarios de los países occidentales hasta llegar a los proletarios de los países más débiles, dentro de un panorama donde las crisis económicas son cada vez más difíciles de controlar.


La guerra es la solución hacia la cual se torna siempre la burguesía cuando las dificultades económicas y políticas se vuelven insoportables.


A la guerra entre Estados, a la guerra entre burguesías, el proletariado sólo puede oponer la única alternativa válida, esto es, la guerra de clase, la lucha de clase proletaria contra la clase burguesa, bajo cualquier cielo o cualquiera sea la bandera que la burguesía enarbole por motivación política, económica, raciale, o religiosa.


La bandera proletaria tiene un solo color en todo el mundo: es roja por la sangre derramada en ciento sesenta años de explotación y guerras burguesas, una bandera que reune a los proletarios de cada país y de cada raza para una gran lucha mundial contra el único verdadero enemigo, el enemigo de clase, la burguesía.


¡Proletarios!


Protestar contra las expediciones militares en el Líbano es lo mínimo que hay que hacer, ¡pero eso no basta! Manifestar su oposición en las urnas electorales o incluso hacer manifestaciones no sirve para nada como lo han demostrado una vez más las guerras en Irak, Afganistán o en Yugoeslavia.


La oposición a las aventuras militares de nuestras burguesías para que surta los efectos deseados, debe apoyarse sobre bases sólidas de la lucha de clase que libran contra el capitalismo los proletarios cuando se movilizan para defender sus condiciones de vida y de trabajo. Si no son capaces de luchar por sus intereses inmediatos, los trabajadores estarán todavía menos preparados para luchar por objetivos más amplios y políticos tales como la lucha contra las guerras.


Los comunistas revolucionarios están y estarán siempre contra las expediciones militares de la burguesía, pero saben que la lucha de clase del proletariado puede detener la aventura militar de esta burguesía, que sólo la lucha de clase del proletariado puede detener la guerra burguesa transformándola en guerra civil revolucionaria para derrocar a la burguesía y su Estado. Pero, para dar los primeros pasos en esta dirección, hay que volver a los métodos y a los medios de la lucha anticapitalista, partiendo de las luchas inmediatas. Ello implica romper con las políticas y las organizaciones sindicales que constituyen los agentes de la colaboración de clase, las fuerzas reformistas que con la eterna invitación a participar en las “misiones de paz” y de las “operaciones humanitarias”, en realidad justifican las miras imperialistas de la burguesía dominante en nuestros países, condicionando al proletariado de cada país para que participe en la nueva guerra mundial, y siempre en detrimento y saboteo de la propia lucha obrera.


¡No a las guerras burguesas!

¡No a las agresiones isralies en Líbano y Palestina!

¡No a las expediciones militares camufladas en “misiones de paz”!

¡Por la reanudación de la lucha proletaria a partir de la defensa de las condiciones de vida y de trabajo!

¡Abajo el colaboracionismo político y sindical que defiende la economía nacional y las maniobras imperialistas contra los intereses de los trabajadores!

¡Contra el imperialismo, por la revolución comunista internacional, PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS!





13 de Agosto de 2006 Partido Comunista Internacional




Correspondencia:
Editions Programme
3 rue Basse Combalot
69007 LYON

- il comunista - le prolétaire – programme communiste – el programa comunista – proletarian-
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Suppl. al n.100 de “il comunista” – Reg. Tribunale MI n.431/1982 – Cas. Post. 10835, 20110 Milano (Italia) – Fotoc. in pr.




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