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ARGENTINA - Encontremos a Marita, encontremos la justicia!!!

Familia Verón - ARGENTINA | 04.01.2006 17:23 | Gender

Dice el viejo adagio que “Todos los caminos conducen a Roma”, la capital del mundo, llamada así por sus conquistas y por ser el centro de operaciones del Imperio Romano. El caso Marita Verón ha puesto en exposición la cruda realidad de la trata de blancas en el Noroeste Argentino que, como la antigua Roma, parece tener en La Rioja su centro de operaciones.



Marita Verón era una chica tucumana que a los 23 años de edad encaraba la vida con decisión y muchas esperanzas alimentadas desde su formación cristiana, con trabajo y la mira puesta en un futuro de plena realización personal y familiar. Pero un día salió de su casa para una consulta ginecológica y nunca más regresó. Sus padres comenzaron una búsqueda empecinada y sin descanso pero hasta hoy sin resultado positivo. Esa búsqueda, entre otras cosas, ha revelado la existencia de una red de secuestro de chicas y su posterior sometimiento a la explotación sexual. A raíz de la investigación se han rescatado en La Rioja diecinueve jovencitas que eran mantenidas prisioneras y se las obligaba a postituirse en las eufemísticamente llamadas “whiskerías” y que no son otra cosa que prostíbulos. No obstante ser todo esto de conocimiento público, ningún fiscal ha promovido investigación alguna y se guarda riguroso silencio oficial sobre el tema. Es más, cuando un funcionario puso crudamente el tema a la consideración pública, fue echado del Gobierno mientras los regentes de los lupanares eran recibidos en los despachos oficiales para buscar una solución al “grave problema social” que implicaba la clausura de los prostíbulos, por dejar a mucha gente sin su fuente de trabajo.


RETRATO DE UNA HIJA

María de los Angeles Verón era una típica chica educada en colegios religiosos. Su vida transcurría entre lecturas de diversa temática, admiradora del “Che” Guevara, con ansias de superación y progreso.

Disciplinada, muy confidente y con buena comunicación con sus padres.

Tenía buena mano para el dibujo, la pintura y la escultura. Estaba estudiando licenciatura en arte. Había aprobado un curso de decoración y su primer trabajo fue decorar la casa de su madre. De niña fue asmática y sufrió las consecuencias de los corticoides, aumentando mucho de peso.

Tuvo que aprender a cocinar una dieta especial para bajar de peso y luego para estabilizarse y manenerse.

“Es una niña maravillosa como lo es su hija, Sol Micaela —dice su madre, Susana Trimarco—. Tuvo un cuidado esmerado por parte de los padres.

Tanto ella como su hermano mayor han gozado de contención en un hogar creyente. Nos interesábamos en conocer a sus amistades, a los lugares donde concurría. Cuando salía a divertirse o en actividades recreativas, nosotros sabíamos dónde estaba y acordábamos el horario de regreso. Si se demoraba, llamaba a la casa para avisar y pedir que fueran a buscarla a tal hora”.

También “ha consolidado un grupo de amigas muy unidas que aún hoy mantienen esa relación y visitan nuestra casa a darnos su apoyo, a acompañarnos en estos momentos tan difíciles. Algunas ya son profesionales universitarias”.

En la Facultad conoció a su pareja, David Catalán, con quien convivía y tenían una hija. Había cumplido 23 años y habían instalado un negocio que comenzó como despensa y fue ampliando hasta un mercadito, con amplia gama de productos. Era un barrio nuevo (Gráfico II), hacia el norte de la ciudad de Tucumán, en Villa Mariano Moreno.


EL PROLOGO DE UN DRAMA

Como era metódica —continúa relatando su madre—, decidieron con su marido no tener más hijos hasta que la situación económica de la pareja se consolidara y pudieran ofrecer a sus hijos una educación y una formación esmerada, a la vez que contención hogareña. Como los anticonceptivos afectaban su salud por los antecedentes con corticoides, resolvieron que se haría colocar un DIU (Dispositivo Intra Uterino). Fue a un ginecólogo y le explicaron los pasos preparatorios para la colocación del dispositivo.

Tenía una vecina, Patricia Soria, que era enfermera de la Maternidad y le dice que no gaste dinero ya que ella tenía un novio o pareja que era jefe de personal, un tal Miguel Ardiles, quien la recomendaría para evitar las largas esperas para ser atendidos. Allí sólo tenés que pagar 20 pesos.

A mí no me gustaba la idea porque los hospitales públicos suelen ser deficientes en cuano a asepsia. Ella confiaba que todo saldría bien y también tenía en cuenta que el médico particular le cobraba 315 pesos y en la Maternidad sólo debía pagar 20 pesos.

Al final me convenció. Fue, buscó a Ardiles, él la hizo anotar con la enfermera, la atendió el médico Tomás Rojas, quien le indicó un Papanicolau y una radiografía de ovarios. La llaman para el otro día y le dicen que tiene que llevar su documento de identidad para que se lo sellen, cosa que me llamó mucho la atención. Incluso le dijo a la enfermera que ella sabía su número de documento, pero ésta insistió en que debía portarlo por cuanto debían sellarlo.

Yo no sé si era ese detalle o toda la situación y mi instinto de madre, pero yo tenía una mal presentimiento. Volví a insistir, pero ella estaba confiada. “Quedate tranquila, mamá, cuando tenga que hacerme los estudios vos me acompañás”.


QUEDATE TRANQUILA, ENSEGUIDA VUELVO

El día 3 de abril de 2002 nos levantamos a las siete de la mañana y tomamos unos mates —continúa el relato materno—. Yo tenía que hacer unos trámites en la Caja de Popular de Ahorros de la provincia de Tucumán. Dejamos a Micaela con su padre, David, y ella dijo que iría y regresaría en poco tiempo, luego se ocuparía de los quehaceres de la casa.

Se puso una remerita mía porque estaba un poco caluroso y ella no había llevado una prenda liviana cuando vino a casa. Llevaba la remerita turquesa, un jean y unas zapatillas usadas. Salió en puntillas para que no la escuchara su hija, que la seguía mucho, y en la puerta me dio un beso. Hizo unos pasos, se volvió y me dijo: “mamá, comprá la tintura porque mirá cómo tenemos las raíces”. Es que nos teñíamos el pelo la una a la otra. Me repitió “quedate tranquila que enseguida vuelvo”, y se fue ligerito. Yo me quedé en el porche, mirándola, sin saber que no volvería a verla nunca más.


UNA BUSQUEDA AFIEBRADA

Regresé a casa como a las 12,30 —recuerda Susana Trimarco—. Yo andaba en el centro y me sentía mal, estaba muy inquieta, preocupada, así que apenas me desocupé tomé un remise y me volví a casa. Cuando llegué, estaba David jugando con Micaelita. No bien bajé del auto le pregunté a mi yerno si había regresado Marita. Me dijo que no y que tampoco había llamado por teléfono. Pensé que ahí nomás le habrían hecho los estudios. Entré, preparé el almuerzo pero tenía los ojos pendientes del reloj.

A las 14 llega mi marido y pregunta por Marita. Le digo que no había llegado y él se extrañó que no haya llamado a la casa o a su teléfono celular para avisar que tardaría. Ya estábamos preocupados todos. Sirvo la comida, pero mi marido dice “no voy a almorzar. Me voy a la Maternidad a ver qué pasa con mi hija. Tengo un mal presentimiento. Algo le ha pasado, algún accidente, alguna cosa…” Tomó las llaves de auto y se fue.

Fue a la Maternidad y preguntó por los consultorios, pero estaba todo cerrado. Se volvió por las calles que podría haber ido o vuelto Marita, pero no encontró nada.

Vuelve a la casa y me dice: “ya vamos, presiento que algo malo le ha pasado a mi hija”. Entonces me puse a llorar y volvimos los dos a la Maternidad. En la casa quedaron David con la chiquita, por sí acaso Marita regresaba para que la casa no esté con llave. En la Maternidad comenzamos a recorrer todo, que es como un laberinto en la zona de consultorios, pero todo estaba vacío.

Hablo con personal de seguridad y pregunto por el jefe de personal, el señor Ardiles. Entonces el hombre me pregunta quién me dijo que era jefe de personal. Yo le respondo que él había dicho. No. Me dice el hombre, él sólo es personal de limpieza acá. Pero en estos momentos no está. Le expliqué la situación y me dice que era imposible que estuviera allí pues ya todo estaba cerrado y no quedaban médicos, ni enfemeras, ningún personal.

Entonces comenzamos a dar vueltas por el parque que está al lado de la Maternidad, por las calles adyacentes y nada. Volvimos a la casa y no teníamos noticias. Dcidimos ir al barrio donde vivía Marita y hablar con la enfermera, Patricia Soria, para ver si sabía algo. Ella la había mandado a hablar con este tipo y él era el último que había estado con Marita. Pero nos cansamos de llamar a la puerta. En la casa no había nadie.

Cuando regresábamos a casa le digo a mi marido que vamos a denunciar el caso a la Policía. El me dice que vamos a los hospitales a ver si había tenido algún accidente. Finalmente fuimos a la Policía, pero no nos quisieron tomar la denuncia. Nos dijeron que había que esperar 24 horas, que podría haberse ido a algún lado o algo así.

Pasaban las horas y nosotros seguíamos en la búsqueda. Hablamos por teléfono con las amigas de su grupo más íntimo y a ninguna la había llamado ni tenían noticia alguna. Tampoco los familiares sabían nada.

Volvimos a la Policía y exijo que se tome la denuncia. Luego va mi marido con el esposo de Marita y a él le toman la denuncia. Después voy yo y hago otra denuncia, como madre. Y seguimos buscando. Entre familiares y amistades eran más de cincuenta personas movilizadas con vehículos.

Mi marido se pasó una semana sin dormir buscando con el comisario Sánchez, que era de la comisaría donde pusimos la denuncia. Comezamos a hacer afiches con la fotografía de Marita y los pegamos por toda la ciudad, fuimos a los medios, no dejamos rincón sin revisar.


PRIMER SEÑALAMIENTO HACIA LA RIOJA

La Policía nos mandaba de un lado a otro y nada. Hasta que mi marido fue con unos afiches para la zona roja del parque 9 de Julio y comenzó a preguntarle a las chicas si la habían visto. Mientras tanto, la Policía nos madaba a las villas miseria, de donde vanían datos que la habían visto aquí y allá, que estaba drogada, que estaba alcoholizada. La Policía me preguntaba si estaba bien de la cabeza. ¡Cómo no iba a estar bien, si era una chica sana, inteligente! Así nos tenían de un lado para el otro, mintiéndonos.

En la zona roja encontramos una mujer que había sido violada, vendida y traída a La Rioja. Ella dijo: “a esta chica yo la vi”. Y nos dio la pista de La Rioja. Y nos dio el nombre de un tal Taibo, relacionado con la venta de drogas y que está fichado por la Policía de La Rioja porque tiene antecedentes. El hombre fue detenido, pero negó todo. No obstante, de ahí comienzan a aparecer datos y todas las pistas apuntaban a La Rioja.


OTRA DESVIACION POLICIACA

Habían pasado unos 15 días y nosotros nos preparábamos para venir a La Rioja. Nos llama el comisario Lisandro (un atorrante que nos desvió) y nos dice que una mujer le había dicho que había visto a Marita en la localidad rural de Chañar; que andaba perdida entre los cañaverales y que ahí la había tirado un auto. Suspendimos el viaje y nos fuimos hacia Chañar. Anduvimos más de cien personas buscando surco por surco, en las acequias, en las quintas, gritando su nombre. Pero todo era mentira. Después nos enteramos que en ese lugar había una chica, Clarita Valdez, quien tenía problemas mentales y solía vagar por esos lugares.

Pero todas las pistas apuntaban a La Rioja. Aparte de Taibo aparecieron nombres como el de Daniel Milhein, que está metido en el ambiente de la prostitución y trabajaba con Liliana Medina; está Pablo Milhein, que es hermano del anterior, un tal González, que trabajaba de remisero para Liliana Medina y que actualmente está preso; está el hermano de la Jesús Rivero, que también está metido, comenzó a aparecer mucha gente que se mueve en ese ambiente.


UN CRUDO TESTIMONIO

Hay una chica que ha sido rescatada de la casa de la Daniela Milhein, que se llama Fátima Mansilla y tiene dieciséis años. Ella dijo: “Yo dormí a la par de Marita”. Mientras a nosotros nos mandaban a los cañaverales, a mi hija la tenían en una residencia de Yerba Buena. Esta mafia alquila residencias con alquileres de mil o mil doscientos pesos y las usan como corrales para juntar a las chicas que secuestran. A esta chica le dieron pastillas, la durmieron, la metieron en una de esas residencias y después no las sacan más. Las mantienen en un régimen de esclavitud. Fátima dijo: “a mí me secuestran el día 27 de mayo, me llevan a una casa de éstas, me encierran.

Cuando me despierto, vi al lado mío a su hija. La identifiqué por los afiches que había visto antes de ser secuestrada. Marita estaba dormida. Cuando yo desperté, me quedé quietita porque por una puerta entreabierta veo a Daniel Milhein con otras tres personas. Yo no quería que sepan que estaba despierta, porque cada rato venían a vernos. Cuando Marita se despierta, se sienta en la cama y estaba como perdida. Yo le pregunto de dónde venía. Entonces me dijo: ‘me trajeron de La Rioja. Yo soy de Tucumán’. Tenía puesta una remerita blanca, una pollerita y zapatillas. Le ponían inyecciones para mantenerla dormida, dopada”. Había pasado más de un mes, así que la habían traído a La Rioja, la volvieron a llevar y la tenían en esa casa.


DESCONFIANZA JUDICIAL

Se solicitaron vía exhorto varias medidas de investigación. Nos decían en el juzgado de Tucumán que cuando estaba el juez (Daniel) Moreno de turno no había que pedir nada, que había que esperar que pase el turno de él para solicitar las medidas.

Entonces yo me enojé con el fiscal y le dije que no iba a seguir permitiendo esto porque ya había pasado mucho tiempo y la Justicia no me daba respuestas sobre mi hija. Para que se realicen algunas diligencias no podía estar esperando que no esté de turno un juez que no quiere hacer justicia.

Entonces tomé la determinación de venir a La Rioja. Hablé con el Dr. Moreno, aclaramos muchas cosas. Creo que tendría que haber venido antes.

Ahora estamos acá porque ya va para tres años que no tenemos respuestas y queremos que la Justicia nos dé esas respuestas. Nosotros sólo queremos recuperar a nuestra hija, saber qué pasó y qué pasa con ella. No puedo dar datos sobre los procedimientos que estamos impulsando porque el sumario está bajo secreto y no queremos entorpecer nada.


RECUPERACION DE 19 SECUESTRADAS

Buscando a Marita en La Rioja hemos recuperado a diecinueve chicas —precisa Susana Trimarco—. Todas en el negocio de Liliana Medina y tenían de15 a 19 años de edad. Estaban secuestradas. Para mantenerlas sometidas las golpeaban, las tenían encerradas, las drogaban, también amenazaban con matar a algún miembro de la familia. En el caso de Marita, según testimonio de Andrea Romero, una de las chicas recuperadas, la amenazaban con matar a su hija y a mí. Andrea Romero (15) cuenta que mataron a una chica delante de ella y de castigo la acostaron al lado del cadáver. No recuerdo si era en Desafío o Candilejas.

Acá en La Rioja todos los procedimientos que se hacían con intervención de la Policía local daban resultados negativos. En el 2003 hablé con el ministro de Justicia y Seguridad de la nación, Dr. Gustavo Véliz, y le pedí que gestionara la intervención de Gendarmería, porque no confiaba en la Policía riojana. En el primer allanamiento que se hace con personal de Gendarmería, encontramos a Andrea Romero. Ella apareció gritando “auxilio, por favor. Estoy aquí en contra de mi voluntad. Me trajeron de La Pampa”.

Eran dos chicas, pero a la otra no se la pudo rescatar en esa oportunidad. Recién se logró encontrarla el año pasado. La tenía secuestrada el “Negro” Luna y la chica es de apellido Zelaya. A la causa la tiene el Dr. Alejandro Arce. Este Luna tiene un corte en la cara, estuvo preso en Tucumán en la causa de Marita y lo trajeron aquí por esta chica. Según ella declara, la tenían durante el día encerrada en una casa, bajo llave, a veces no le daban ni de comer. Por la noche la llevaban en una camioneta al local donde la obligaban a prostituirse. Andrea Romero, cuando declara todo lo que había vivido, tenía miedo de que la maten a su amiga (Zelaya).


QUE TERMINE ESTE CALVARIO

Finalmente, Susana Trimarco, la madre de Marita Verón, dijo que “ahora hemos encontrado buena predisposición de las autoridades de La Rioja y esperamos que esto se termine, que se termine el calvario que venimos padeciendo ya casi tres años. Es una tortura diaria”.

A su turno, el padre de la muchacha, Daniel Verón, acotó que “ahora entiendo el dolor de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que no saben qué es lo que han hecho con sus hijos y no pueden elaborar el duelo”.

Nombres de la red de trata de blancas









Foto: MARIA Azucena Márquez, un eslabón importante de la cadena de tratantes de blancas en La Rioja.

La desaparición de Marita Verón ha movilizado a sectores de la sociedad que mostraban cierta indiferencia ante temas de seguridad y fueron tomando conciencia de que las cosas no sólo pueden ocurrirles a los otros, sino que los “nosotros” también están expuestos. En el ámbito de los organismos de seguridad, de la provincia de Tucumán, el “caso Marita” actuó como hilo conductor para seguir la trama de una red de tratantes de blancas que opera principalmente en el Noroeste argentino y extiende sus contactos y ramificaciones a todo el país e incluso al exterior.


El modus operandi es casi siempre el mismo. Sea por “entregadores” o por “inteligencia” propia, “marcan” a la chica que les interesa como pieza de caza para someterla a explotación sexual. Luego, en un operativo tipo comando la “levantan” en un vehículo y de inmediato, por medio de la violencia (golpes y amenazas) la hacen tomar conciencia de su flamante condición de esclava. Para facilitar el traslado, se valen de somníferos u otras drogas. Cuando la víctima recobra su lucidez ya está en manos de regentes de prostíbulos donde de inmediato la obligan a comenzar a “trabajar”.

El comisario Jorge Eduardo Tobares es un hombre de Inteligencia de la Policía de Tucumán. Desde hace tiempo viene trabajando en la investigación del caso Marita Verón. Pudo penetrar bastante en la red de tratantes de blancas del Noroeste y conoce los nombres de los principales operadores.

Estos son algunos de ellos, proporcionados por el funcionario a EL INDEPENDIENTE.

En La Rioja opera Liliana Medina (presa), secundada por sus hijos, el “Chenga” (preso) y Gonzalo Gómez, que son mellizos. También está Patricia Fuentes, también hija de Liliana Medina. María Azucena Marques (presa), ha trabajado diez años con LM y ha llegado a ser encargada de distintos prostíbulos. Ella se encargaba del “Candy”, “Chenga” Gómez, se encargaba del “Desafío” y Gonzalo, el mellizo, se encargaba de “Candilejas”.

También en la capital lo tenemos a Fernando Pierri (hijo). Trabaja con el sistema VIP a través de teléfonos celulares. Tiene mujeres que trae de otras provincias y algunas de aquí de La Rioja. Publican avisos en los diarios y hacen citas tanto en domicilios particulares como en hoteles.

Después están otros que son dueños de whiskerías, como “Dori”, Dorila Mendoza, dueña de “Caricias”. Era pareja de Antonio “Pájaro” Rosas. El “Pájaro” Rosas padre y el "Pájaro"Rosas hijo, son proxenetas que llevan a las mujeres de un lado para el otro. Se manejan dentro del ambiente de la prostitución con total impunidad y aún fuera de los límites nacionales.

La zona de Chilecito es manejada por Raúl Pierri y su hija, Patricia, que se encarga de boliche que está en Nonogasta y que se llama “Mimo`s”. Pierri está extendiendo sus prostíbulos por la zona oeste. También estaba construyendo otro boliche en la zona de Talamuyuna.

Pierri maneja la zona de Villa Unión. Trasladan a las mujeres en distinos medios de movilidad. Ultimamente se manejaba en una Trafic. Lleva las mujeres hasta Villa Unión, las hace trabajar y las trae de vuelta. Ahí trabaja en coordinación con el “Beto” Corzo, con Marcelo (que le dicen “Cochino”) y con Luis Olguín. Estos son proxenetas que llevan mujeres a otras provincias, en estrecho contacto con gente de Córdoba, Tucumán y Santa Fe.

En la capital, están los cuatro hermanos Moreno (cordobeses) que manejan “Five Star” y “Buen Star” que cambió de nombre y se llama “Play Boy”. --Hay una versión que dice que estos boliches son de propiedad de Rubén Ale, de Tucumán. El nombre “Five Star” traducido al castellano es “Cinco Estrellas” y así se llama la flota de remises de los Ale en Tucumán—.

Tienen alguna discrepancia con Dorila Mendoza. Hace poco han tenido un tiroteo. Fueron gente del “Pájaro” Rosas y Dorila Mendoza por un lado y los Moreno por el otro. Dicen que habría sido por la posesión de una chica, pero en este ambiente se venden las mujeres como ganado. El precio oscila entre 1.500 y 3.000 pesos. Depende, si la chica es menor tiene mayor cotización.

Si hablamos de conexiones interprovinciales, Liliana Medina, los mellizos Gómez (Chenga y Gonzalo), Mariana Bustos (esposa del Chenga), Patricia Funes, comandados todos por la primera, tienen estrecha vinculación con Río Gallegos. En Río Gallegos existen las “casitas”. En las casitas están Daniel Moyano, Blanca Moyano e Isabel Moyano, que son quienes manejan las casitas. Los dos grupos hacen intercambio de chicas, se las venden o hacen trueque.

El padre del “Chenga”, Coco Gómez, vive en Santa Fe, en Fronteras. También es tratante de blancas y enfrente de su casa vive un proxeneta que es el encargado de llevar y traer mujeres. El padre del “Chenga” no sólo se maneja en Fronteras sino en la ciudad de Santa Fe.

Por su parte, la gente de Raúl Pierri, tiene estrecho contacto con el “Pájaro” Rosas (padre e hijo), con el Beto Corzo, con Marcelo (El Cochino) y con Luis Olguín. Se manejan más bien vía Santiago y Córdoba. En Santiago del Estero el que manda la batuta es Iturre. Tienen contacto con Víctor Hugo y René Marchisio que viven en Frías y tienen un prostíbulo en Recreo.

Tienen un hermano que vive en Carlos Paz, también de apellido Marchisio.

En general todos están vinculados de alguna manera porque tienen asuntos “comerciales” muy estrechos. Esos asuntos comerciales son lisa y llanamente compraventa de mujeres.

Culto que incluiría sacrificios humanos
Pareciera que el afán de trascendencia, de proyección hacia el “más allá”, tiene también expresión en este ambiente de valores trastrocados —dice el comisario Jorge Tobares—, porque esta gente practica un culto propio.


En el “Desafío”, en la planta alta, que está frente al salón, tienen la imagen de la Pomba Gira. Es una mujer con una túnica negra y representa a una prostituta muerta en no sé qué circunstancias. Liliana Medina y el “Chenga”, adoran a esta imagen y le ofrecen sacrificios. Para sorpresa mía, en una oporunidad estuve en Córdoba presenciando unos allanamientos que hizo Gendarmería en tres whiskerías. Una se llamaba Pomba Gira e incluso le daban una tarjeta a los visitantes por una consumisión. En este ambiente, esta imagen es objeto de culto en el que se mezclan magia negra, macumba, rituales propios y sacrificios. Y tengo entendido que no sólo se sacrifican animales (suele ser una cabra negra), sino que también le ofrecerían sacrificios humanos. La imagen de la Pomba Gira está entronizada en lo alto, en una mesa, mirando hacia el salón. Está iluminada con una o más velas. Es la patrona del “trabajo”. Este culto está muy relacionado con San La Muerte, un santo popular a quien tanto se le puede pedir para el bien como para el mal




Posible conexión con el caso Anna Würgler







Foto: SUSANA Trimarco, Luis Bordón (Coordinador del Programa Antiimpunidad de la nación) y el abogado querellante, Saúl Ibáñez, reunidos con el juez Daniel Moreno.

Una de las hipótesis que se manejaban por la desaparición de la bióloga suiza, Annagreth Würgler, es un posible secuestro e introducción al tenebroso mundo de la explotación sexual de mujeres. Lo que nunca se dijo es en qué se basaba ese supuesto. Un detalle importante es aportado por el comisario Tobares y es el que relaciona a Alcides Cuevas, el principal sospechoso de esa causa, que permanece detenido, con la red de trata de blancas del Noroeste argentino.


“Tengo información por entrecruzamiento de llamadas telefónicas y sé, por ejemplo, que Marcelo (“Cochino”) tiene conexiones telefónicas con Alcides (César) Cuevas y a la vez con Raúl Pierri y con los Marchisio, de Frías”, dice Tobares.

El comisario tucumano se puso a disposición del juez de Villa Unión, Walter Moreno, para aportar datos que maneja Inteligencia de la Policía de la provincia del norte y que revelan la posibilidad de una conexión con la red de trata de blancas.

Un testimonio espeluznante











Foto: ANDREA Aurora Darrosa, pudo escapar y afirma que Marita estuvo en manos de Liliana Medina, a quien afirma haber visto matar a otra chica.

Andrea Aurora Darrosa tenía quince años cuando fue secuestrada en Aristóbulo del Valle, Misiones y fue obligada a ejercer la prostitución durante ocho años en La Rioja hasta que logró escapar, en mayo del año 2003. Este es el testimonio que rindió por ante la Fiscalía de Instrucción de Sexta Nominación, con asiento en la ciudad de Tucumán y a cargo de la Dra. Adriana Reinoso de Cuello.


La testimonial forma parte del expediente por la investigación de la desaparición de Marita Verón. A continuación la reproducimos íntegramente por su valor testimonial de una realidad sobre la que quienes deberían tomar intervención prefieren adoptar la política del avestruz:

Cuando yo tenía quince años mí mamá me manda a Aristóbulo del Valle, de Misiones, a la casa de mi hermano, Aníbal, y ahí me quedé quince días cuidando a mi sobrinito porque mi cuñada iba a tener familia. Yo tenía una chiquita de tres meses, llamada Vanesa Soledad, y la dejé con mi mamá. Cuando estaba por volver a mi casa, ya que mi hermano me iba a llevar, salgo a las doce del mediodía a comprar pan en un kiosco. Cuando volvía a la casa de mi hermano, dos cuadras antes de la casa, estaba estacionado un auto rojo donde había cinco personas, y se bajan dos hombres del auto para agarrame. Después me enteré que eran el “Chenga” y el “Negro” Tula.

Adentro del auto estaban Carlos Luna, Patricia Medina, hija de la vieja Liliana, y Antonella Smith. Me pegan un sopapo y yo me caigo, entonces ellos me levantan y me suben al auto. Adentro del auto me atan los ojos y me atan las manos para atrás y me ponen un revólver en la cabeza. Me llevan a La Rioja, donde llegamos al otro día a las tres de la tarde. Ellos se turnaban para manejar, y no me dejaron bajar ni para ir al baño. Me llevan a la whiskería “Candy”, donde me meten adentro de una pieza, ahí estaba Liliana Medina, Claudia Márquez, Paola Ceballos y Graciela Beatriz Arce.

Después de un tiempo, la Liliana me dijo que el “Negro” Tula era el que me tenía el revólver en la cabeza. Ese mismo día me bañan, me cambian, me pintan, me arreglan el pelo y me hacen salir en el salón a trabajar. Me obligan porque yo no quería, tenía vergüenza y sin embargo me han enseñado a trabajar a los golpes. Yo lloraba y no quería saber nada. Me ponen de nombre artístico Yanina.

De ahí agarra la vieja Liliana y me lleva a la casa de ella, que queda en la ruta 5 a la vuelta de Candilejas, y me empieza a chamuyar de que me iba a dar plata, que me iba a mandar a mi casa. Pero siempre eran mentiras ya que nunca me mandó a mi casa. Después me hicieron teñir el pelo de rubio y me hicieron rulos como tengo ahora, en la peluquería “Julio”, en avenida Córdoba, de La Rioja. Siempre nos mandaba acompañada con alguien a la peluquería, con la Claudia o la Patricia o la Paola Gaitán. Yo estaba de lunes a viernes en la casa de la vieja Liliana y los sábados desde las doce de la noche hasta el otro día a las tres de la tarde trabajaba en el Candy. Después me volvía a llevar de nuevo a la casa de vieja Liliana. Nunca me dejaba ir sola, ni salir sola a ningún lado. En la casa yo limpiaba, baldeba toda la casa, me hacía lavar la ropa del hijo, es decir del “Chenga” y de los encargados Tabo Chepeño y Pupi Chepeño.

La vieja Liliana me pegaba mucho, casi todos los días, porque me pedía que hiciera quinientos o seiscientos pesos los días que trabajaba en el Candy y si yo no llegaba me pegaba. Un día me pegó en la cabeza y todavía tengo un coágulo y me duele. Cuando llegaba loca a la casa también se desquitaba conmigo.

Una vez la Liliana se puso loca porque no tenía plata para pagarle a una brasilera que trabaja en el “Candy”, y me llama porque ella estaba en el segundo piso, y la agarró a la brasilera y la desnucó y la tiró abajo, es decir desde el segundo piso cayendo en un patio de cemento, muerta. Entonces me agarra a mí del cogote y me hace poner cabeza abajo y me amenazaba que me iba a tirar si yo abría la boca y me decía que me iba a matar y a quemar, porque total, ni mi familia me iba a buscar. Después había movimiento de los encargados dentro del salón, con bolsas negras de residuos, pero no ví en qué auto la sacaron a la chica muerta. No recuerdo el nombre de la brasilera, pero hacía dos meses que estaba ahí en “Candy”.

Cuando iban chicas de Tucumán a trabajar a La Rioja, algunas estaban embarazadas. Entonces la vieja Liliana, junto con la Claudia Márquez, las hacía abortar metiéndoles una sonda con alambre. Yo las veía porque ella les ataba las piernas en el respaldar de la cama, y las tenía ahí media hora a las chicas. Después las hacía alzar piedras y cuando les sacaba el bebé lo tiraban en la basura.

La vieja Liliana preparaba tres líneas de cocaína con la tarjeta de teléfono y me daba una pajita para que aspire una línea yo, otra aspiraba ella y otra el “Chenga”. Ella me decía que era para que no sea tan tonta en el salón con los clientes y para que yo trabaje más. También tomábamos cerveza, whisky, piña colada, vodka, fernet con coca que nos invitaban los clientes.

En la casa la Liliana a veces me daba vodka pura.

A mediados del año 2002 vi a Marita Verón en la casa de Liliana Medina, porque yo la atendi cuando llegó y la hice pasar al living. Ella llegó con otra chica y en el auto la estaba esperando un hombre. El auto era un Gol blanco, el hombre tenía chivita y el pelo negro ondulado. Era medio gordito, yo lo veo porque cuando iba saliendo la chica para subir al auto, yo me asomo en la ventana y lo veo. Marita se quedó en la casa y yo le sirvo un café. Ella me preguntó si yo tenía un hijo y ella me dijo “yo dejé un bebé con mi mama”.

La chica que la dejó era alta, media gordita y tenía el pelo hasta los hombros y oscuro. Marita se quedó conversando con la Liliana y el “Chenga” y luego la llevan al “Candy”. A preguntas de cómo sabe que era Marita, dice: Porque la vieja me presentó a mí, me dijo ella es Marita. Tenía el pelo castaño oscuro, hasta los hombros, pero después la vieja la mandó a la Marita con la Claudia Márquez a la peluquería a teñirse el pelo de rubia y le pusieron pupilent celestes. Ella era nueva y no sabía desenvolverse con los clientes. Ella se sentaba a dos metros del cliente y no les conversaba. Yo la ví dos veces a ella en el “Candy”. Cuando empezaron los operativos de la Policía ya no la vi más, porque la sacaron de ahí y no se dónde la llevaron.

Cuando la vieja Liliana una noche estaba mirando el programa “Va por vos”, de Guillermo Andino, yo estaba con ella al lado de su cama. Aparecen los padres de Marita Verón y la vieja se mataba de risa y decía “estos boludos la andan buscando y ella está en España”.

Después me llama la vieja y me dijo no digás nada de lo que yo hablé delante tuyo, si no, yo te mato. Una tarde del año 2002 la vieja Liliana me dio la llave de la caja fuerte y me pidió que le entregue cincuenta mil pesos al abogado (Enrique) Leiva para que le dé al Dr. Blasco que iba de Tucumán, para tapar la denuncia que había contra ella por el caso de la Marita Verón.

Yo me escapé del Candy aproximadamente en mayo del 2003, un día jueves a las ocho de la mañana hablé con un cliente mío que es remisero y se llama Diego. El me llevó de La Rioja hasta Patquía y me dejó ahí. Yo me fui a hacer dedo y me alza un auto rojo viejo que era manejado por un hombre llamado Gitano, que es amigo de Raúl Pierri, y él me ofrece un trabajo en una whiskería de Nonogasta. Me dice que el dueño, Raúl Pierri, era amigo de él y que era bueno, que no era como la Liliana Medina, por lo que yo acepto, y el Gitano me deja en Mimo`s, el boliche de Pierri. Yo aprovecho para escaparme del “Candy” porque a esa hora los encargados dormían, el miércoles a la noche me llevan porque decía la vieja Liliana que un cliente quería estar conmigo, y me entero por el hijo más chico de ella, llamado Corcho Soria, de ocho años, que ella me mandaba a decir que no me junte con ninguna chica de ahí porque la madre me iba a hacer recagar.

Raúl Pierri me hizo pasar, me preguntó si quería comer. Yo ese día no trabajé porque tenía la pierna hinchada de un tiro que me pegó la Liliana dos días antes, porque yo le dije a ella que me quería ir a mi casa y ella me dijo que me iba a matar y fue a la pieza y buscó un revólver largo y me disparó en la pierna izquierda, arriba del tobillo. Después entre ella y el “Chenga” me sacaron la bala con una aguja de tejer, sin anestesia, y me curaron con alcohol y algodón. Yo gritaba porque me dolía y ella me pegaba y me insultaba. Bueno, entonces me quedo trabajando con Raúl Pierri en Mimo`s de Nonogasta. El también tiene una agencia en La Rioja con su hijo Fernando, llamada Las Porteñitas. En la agencia los clientes llaman por teléfono para que les manden las chicas. Ellos las llevan a su domicilio y después las vienen a buscar. Pierri nos trataba bien y nos dejaba salir. De los nueve meses que estuve con él me pagó ochocientos pesos y me debe setecientos pesos, yo quiero que él me pague lo que me debe porque yo en Mimo`s trabajaba todas las noches y le hacía ganar como doscientos cincuenta pesos por noche de lunes a jueves, y de viernes a domingo quinientos pesos por noche. En Mimo`s trabajábamos siete chicas y todas vivíamos ahí. El nos daba de comer y la hija de él, Paola, nos teñía el pelo porque era peluquera. Después nos descontaba los gastos.

Un día, en diciembre del año pasado, antes de las fiestas, Raúl Me mandó a mi y a Claudia Contreras con unos clientes a Córdoba. Ellos eran José Olguín y Marcelo Ochoa. Ellos pagaron por el servicio y nos llevaron una semana a Córdoba a un hotel, y cuando ya nos volvíamos, nos detuvo la Policía, y estuvimos cinco días presos en Córdoba. El día viernes pasado a la siesta hicieron un allanamiento en Mimo’s de Nonogasta buscando a la Marita Verón. Después a las diez de la noche, Raúl Pierri me llama por teléfono desde La Rioja y me pide que vaya para allá urgente. Entonces yo voy en un remise con el encargado del boliche hasta la casa de Raúl, que queda en la calle Orcadas. De ahí me dicen que estaba preso y que necesitaba que yo vaya a la Policía a declarar lo que yo sabía sobre el caso Marita Verón, porque yo le había comentado a él que la había visto a Marita cuando estaba en la casa de la Liliana Medina. Cuando llego a la Policía, hablo con Raúl y él me pide que diga toda la verdad sobre el caso, por eso hablo con la Fiscal y el secretario de Tucumán y les pido que me traigan a declarar en Tucumán y me ayuden a encontrar a mi familia de Misiones, a los que no veo desde que me secuestraron hace ocho años.



La familia Verón quiere saber por qué se la investiga
El abogado de la familia de Marita Verón presentará hoy un recurso de habeas data ante la Justicia Federal a fin de que se le informe si existe una investigación en marcha sobre esta familia y en base a qué presunción delictiva. Por otra parte, se supo ayer que se habrían producido serias discrepancias entre la comisión policial tucumana y la policía local, lo que habría motivado que tome intervención el Ministerio del Interior de la Nación.


La policía tucumana, encabezada por el comisario principal Jorge Eduardo Tobares, entiende que sus colegas retacean colaboración a las tareas investigativas que pretenden desarrollar en esta ciudad. Por otra parte, desde la Policía riojana se habría remitido a su similar de Tucumán un pedido de informe de filiación de los miembros de la familia Verón.

En base a ello y ante la presunción de que existe por parte de la policía riojana una investigación en marcha de los familiares de la chica desaparecida, el abogado Ibáñez presentará hoy un recurso de habeas data a la Justicia Federal. Entiende el letrado que resulta cuanto menos contradictorio que se pretenda investigar a la familia de la víctima de un delito grave mientras se muestra una actitud remisa para avanzar en pos del esclarecimiento de éste.

En tanto, no se registraron acciones de trascendencia ayer en torno a la investigación que se impulsa para dar con el paradero de María de los Angeles Verón, la joven tucumana secuestrada en su provincia y que, según numerosos testimonios, fue traída a La Rioja donde se la mantenía prisionera y se la obligaba a ejercer la prostitución.

El abogado de la familia Verón, Saúl Ibáñez, había solicitado medidas que están a la espera de ser provistas por el juez de Instrucción de feria, Daniel Enrique Moreno.

Familia Verón - ARGENTINA
- e-mail: marita.veron@gmail.com
- Homepage: http://www.casoveron.org.ar