Homenaje:la cuarta y la quinta ola-"DIEZ HORAS CON LA GLOBALIZACION"(google)
Oscar sánchez fernández de la Vega | 02.04.2003 09:20
"DIEZ HORAS CON LA GLOBALIZACION"
Autor.-Oscar Sánchez Fernández de la Vega
Editorial .-Netbiblo
ISBN.-84-9745-005-1
Obtenga información sobre el libro en : www.elcorteingles.es,www.NETBIBLO.COM, www.amazon.com, , www.google.com , www.yahoo.com , www.Lycos.com
www.elmundolibro.com www.powells.com
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Autor.-Oscar Sánchez Fernández de la Vega
Editorial .-Netbiblo
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Homenaje: la cuarta y la quinta ola
Oscar Sánchez Fernández de la Vega(Autor de “Diez horas con la Globalización”(google,yahoo,amazon,elcorteingles,NETBIBLO.COM)
De la “Sociedad del la Información” a la “Sociedad del Conocimiento Útil”
Alvin Toffler llama primera ola de cambio a la que se inició con la agricultura hace diez mil años, segunda ola a la que se inició aproximadamente hace tres siglos y medio con la Revolución Industrial y el Urbanismo y tercera ola a la que estamos atravesando en este momento, un último cambio que es más profundo que las anteriores porque es global y además es extraordinariamente rápido.
Una de las características más importantes de esta tercera ola es la proliferación de información y la posibilidad de transmitirla e intercambiarla por la red. Este fenómeno es tan importante que solo afectando aún a solo el 15 % de la población mundial, ya le ha dado nombre a la nueva sociedad
La información masiva crece exponencialmente y fluye por las redes de comunicación de manera aleatoria y desordenada, sin ser contrastada por nadie, sobrepasando nuestra capacidad de procesarla por falta de tiempo, lo que nos imposibilita conocer la trascendencia del conocimiento que tan rápidamente se está generando
El gran reto es verificar la información, validarla dentro de unas coordenadas no solo científicas sino éticas y crear los instrumentos adecuados para transformarla en conocimiento útil para la humanidad.
El gran problema que está planteando esta nueva sociedad es la progresiva dificultad que supone asimilar esa masiva información que se nos suministra, bloqueando en muchos casos la aparición de conocimiento científicamente correcto y sumiéndonos paradójicamente en una relativa ignorancia. El exceso de información, puede dar lugar a una falta de conocimiento.
Quizás sería más lógico recuperar una cierta tranquilidad para valorar la información y el alcance del conocimiento, pero no parece ser que a tal actitud se le quiera dar cabida en un mundo gobernado por una vertiginosa competitividad, que se aleja cada día más de una conveniente cooperación, hacia la que parecía caminar la Humanidad después de las dos Guerras Mundiales. Existe un acumulación de información extraordinaria y tal vez haya llegado el momento de objetivizarla, de racionalizarla para que la misma se convierta en conocimiento que podamos administrar, gestionar y aplicar sistemáticamente, a objetivos previamente definidos y que satisfagan necesidades de la nueva sociedad global.
Necesitamos nuevas instituciones públicas, privadas o mixtas, que dediquen su tiempo a seleccionar, clasificar y jerarquizar la información, orientando las síntesis a la creación de conocimientos capaces de solucionar problemáticas humanas concretas de interés global
. Europa, que en la última década fue claramente superada por EE.UU. en el terreno tecnológico, con indiscutible capacidad por sus antecedentes culturales, debería tomar la delantera, en la creación de “núcleos” de asimilación y orientación del conocimiento, en sus múltiples áreas, que posibilitarían un relanzamiento del inevitable proceso de globalización más allá de sus actuales coordenadas económicas que lo empobrecen totalmente.
También el mercado deberá ser modulado por la sociedad global y por parte de los poderes públicos, para limitar su desbocada avidez de conocimiento productivo. Varios son los grandes dilemas que están surgiendo en relación al conocimiento : ¿debemos seguir creando conocimiento de manera incontrolada y exponencial?,¿tienen algo que ver las supuestas fuerzas de un mercado cada vez más omnipotente con la regulación de la génesis del conocimiento, cuya verificación científica comienza a estar fuera de control?, ¿deberíamos centrarnos más en la administración de los logros alcanzados y orientar la creación del conocimiento hacia objetivos bien definidos de potencial interés para toda la Humanidad, siempre compatibles con los derechos fundamentales colectivos e individuales, y sometidos a regulación universal?
Hace unos meses leía un artículo en un diario que tenía el siguiente titular:
“La catarata de nuevos genes pone en evidencia la anarquía en sus nombres”. Parece ser que los genes que ejercen la misma función en diferentes organismos, tienen la mayoría de las veces varias denominaciones, en ocasiones hasta veinticinco.
Hasta cierto punto estamos ante una necesidad de compilación y codificación de información , de verificación de logros , similar a la que desarrolló el helenismo alejandrino en le siglo III a.C., o los traductores benedictinos de Monte Casino, los traductores de Salerno y Toledo en la Baja Edad Media. Sin ellos probablemente no surgiese el Renacimiento y sin una selección bajo criterios de control de calidad y codificación del saber acumulado al día de hoy, difícilmente surgirá un nuevo renacimiento, un nuevo humanismo, que de paso a una nueva modernidad.
Por el momento no hay indicios de que ni siquiera se planteen tan importantes cuestiones, y lo que si parece detectarse es una tendencia a considerar que el conocimiento solo parece justificarse si logra significar algo dentro de las esferas tecnoproductivas y del mercado, y esta es una visión reduccionista. Los últimos acontecimientos terroristas seguro nos obligaran a reflexionar sobre el tema.
De la “Sociedad del Conocimiento Útil” a la “Sociedad de los Seres Humanos”. Un nuevo tipo de alienación: la del “conocimiento”
Socialmente solo debemos admitir aquella creación de conocimiento que tenga la posibilidad de traducirse en mejoras sensibles del bienestar individual y global, dentro de presupuestos éticos.
Pero abordar tal tarea nada fácil y siempre por encima de las posibilidades individuales, exige posiblemente el nacimiento de entidades supranacionales que permitan crear las condiciones adecuadas para que la “sociedad de la información” permita dar el paso hacia la “Sociedad del Conocimiento Útil”, una cuarta ola en el sentido toffleriano , que nos lleve a la “Gran Sociedad de los Individuos” que sería la quinta ola, en la que se de una globalización beneficiosa para todos y cuya esencia sea el desarrollo del ser humano. Una sociedad en la que todos podamos acceder en igualdad de condiciones al conocimiento, sin que nadie pudiera llegar a considerarlo ajeno así mismo. De lo contrario podría surgir un nuevo tipo de alineación generada por su extrañamiento, en aquellos que se encontraran marginados de la posibilidad de alcanzarlo (alienación del conocimiento –extrañamiento del conocimiento)
La información es algo al servicio de todos, que habra que clarificar, verificar y contrastar su calidad, pero lo realmente importante es que la información veraz al ser captada por el individuo, este la convierta en conocimiento útil, que no solo va a ser positivo para la colectividad sino que va a ser el combustible vital que va a facilitar el desarrollo humano de ese ser, un avance dentro de si mismo, una autentica potenciación de sus posibilidades, que unido a un desarrollo de su mundo emocional, se convierta en el crecimiento que todos necesitamos para que nuestras vidas y la condición humana adquieran sentido.
El individuo es lo importante. En el génesis de la filosofía, la democracia, la república está el individuo con su espíritu crítico. El mundo lo hemos inventado los individuos interpretando, manipulando y soñando la realidad. La razón individual hizo posible la convivencia y la convivencia nos sugirió la base democrática que nos permitió ofrecernos unos a otros el estado de derecho en base a unos contratos sociales que la globalización va a obligar a revisar en u futuro próximo.
Por encima de la construcción de entidades supranacionales, de los Estados-Nación, los Pueblos-Nación y las Autarquías Locales se encuentra el individuo, ese cosmos, esa nación interior, esa particular y grandiosa epopeya vital .
En definitiva, nos surge como última reivindicación global recuperar el Leopoldo Bloon del Ulises de James Joyce, con todos sus derechos y posibilidades en todas las partes del mundo. Por ello en esta línea de futuro, seguro que aún lejano, tendríamos que plantearnos el negociar ante el estado global los derechos de esta verdad metafórica: el individuo nación, con su soberanía personal incorporada, tal vez la única nación que debería existir necesariamente en un mundo realmente evolucionado. En ese momento desaparecerían todos los intermediarios para una nuevas y buenas relaciones humanas, que en definitiva es lo que a todos verdaderamente nos interesa. Una globalización que sitúe en su centro el desarrollo del ser humano.
La gente ya no quiere ser española, pero de nada vale ser “vasco”, “gallego”, “bretón” o ”corso” si no se consigue que a cada individuo le permitan ser el mismo, amparado por todos los Derechos Humanos posibles y universalmente aceptados. Esa sería la “globalización” que a todos nos interesa, Y esto es además perfectamente compatible con mantener creaciones culturales diferenciadas (vascas, gallegas o eslovenas), plenamente defendibles siempre y cuando no sean empleadas como arma arrojadiza contra nadie y sabiendo además que son siempre insuficientes para lograr la identidad de uno mismo.
Creer que nuestra identidad nos la puede proporcionar un territorio, un idioma, nuestras tradiciones y mucho menos una bandera, un himno o una patria es simplificar lo complejo. Con seguridad nuestra “individualidad” está potencialmente en nosotros mismos y todos los derechos deberían de orientarse a que se desarrollase total y libremente.
Hay que defender la identidad, puesto que la diferencia es un elemento constitutivo de cada ser humano y también de las identidades colectivas en que este se agrupa.
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TELEFONO EDITORIAL : 981915500
ISBN: 84-9745-005-1Encuadernación: Tapa dura / Hard coverPrecio: 23,33 Euros Comprar en el Corte Inglés...Precio (e-Book): 23,33 Euros Comprar en Amazon...
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De la “Sociedad del la Información” a la “Sociedad del Conocimiento Útil”
Alvin Toffler llama primera ola de cambio a la que se inició con la agricultura hace diez mil años, segunda ola a la que se inició aproximadamente hace tres siglos y medio con la Revolución Industrial y el Urbanismo y tercera ola a la que estamos atravesando en este momento, un último cambio que es más profundo que las anteriores porque es global y además es extraordinariamente rápido.
Una de las características más importantes de esta tercera ola es la proliferación de información y la posibilidad de transmitirla e intercambiarla por la red. Este fenómeno es tan importante que solo afectando aún a solo el 15 % de la población mundial, ya le ha dado nombre a la nueva sociedad
La información masiva crece exponencialmente y fluye por las redes de comunicación de manera aleatoria y desordenada, sin ser contrastada por nadie, sobrepasando nuestra capacidad de procesarla por falta de tiempo, lo que nos imposibilita conocer la trascendencia del conocimiento que tan rápidamente se está generando
El gran reto es verificar la información, validarla dentro de unas coordenadas no solo científicas sino éticas y crear los instrumentos adecuados para transformarla en conocimiento útil para la humanidad.
El gran problema que está planteando esta nueva sociedad es la progresiva dificultad que supone asimilar esa masiva información que se nos suministra, bloqueando en muchos casos la aparición de conocimiento científicamente correcto y sumiéndonos paradójicamente en una relativa ignorancia. El exceso de información, puede dar lugar a una falta de conocimiento.
Quizás sería más lógico recuperar una cierta tranquilidad para valorar la información y el alcance del conocimiento, pero no parece ser que a tal actitud se le quiera dar cabida en un mundo gobernado por una vertiginosa competitividad, que se aleja cada día más de una conveniente cooperación, hacia la que parecía caminar la Humanidad después de las dos Guerras Mundiales. Existe un acumulación de información extraordinaria y tal vez haya llegado el momento de objetivizarla, de racionalizarla para que la misma se convierta en conocimiento que podamos administrar, gestionar y aplicar sistemáticamente, a objetivos previamente definidos y que satisfagan necesidades de la nueva sociedad global.
Necesitamos nuevas instituciones públicas, privadas o mixtas, que dediquen su tiempo a seleccionar, clasificar y jerarquizar la información, orientando las síntesis a la creación de conocimientos capaces de solucionar problemáticas humanas concretas de interés global
. Europa, que en la última década fue claramente superada por EE.UU. en el terreno tecnológico, con indiscutible capacidad por sus antecedentes culturales, debería tomar la delantera, en la creación de “núcleos” de asimilación y orientación del conocimiento, en sus múltiples áreas, que posibilitarían un relanzamiento del inevitable proceso de globalización más allá de sus actuales coordenadas económicas que lo empobrecen totalmente.
También el mercado deberá ser modulado por la sociedad global y por parte de los poderes públicos, para limitar su desbocada avidez de conocimiento productivo. Varios son los grandes dilemas que están surgiendo en relación al conocimiento : ¿debemos seguir creando conocimiento de manera incontrolada y exponencial?,¿tienen algo que ver las supuestas fuerzas de un mercado cada vez más omnipotente con la regulación de la génesis del conocimiento, cuya verificación científica comienza a estar fuera de control?, ¿deberíamos centrarnos más en la administración de los logros alcanzados y orientar la creación del conocimiento hacia objetivos bien definidos de potencial interés para toda la Humanidad, siempre compatibles con los derechos fundamentales colectivos e individuales, y sometidos a regulación universal?
Hace unos meses leía un artículo en un diario que tenía el siguiente titular:
“La catarata de nuevos genes pone en evidencia la anarquía en sus nombres”. Parece ser que los genes que ejercen la misma función en diferentes organismos, tienen la mayoría de las veces varias denominaciones, en ocasiones hasta veinticinco.
Hasta cierto punto estamos ante una necesidad de compilación y codificación de información , de verificación de logros , similar a la que desarrolló el helenismo alejandrino en le siglo III a.C., o los traductores benedictinos de Monte Casino, los traductores de Salerno y Toledo en la Baja Edad Media. Sin ellos probablemente no surgiese el Renacimiento y sin una selección bajo criterios de control de calidad y codificación del saber acumulado al día de hoy, difícilmente surgirá un nuevo renacimiento, un nuevo humanismo, que de paso a una nueva modernidad.
Por el momento no hay indicios de que ni siquiera se planteen tan importantes cuestiones, y lo que si parece detectarse es una tendencia a considerar que el conocimiento solo parece justificarse si logra significar algo dentro de las esferas tecnoproductivas y del mercado, y esta es una visión reduccionista. Los últimos acontecimientos terroristas seguro nos obligaran a reflexionar sobre el tema.
De la “Sociedad del Conocimiento Útil” a la “Sociedad de los Seres Humanos”. Un nuevo tipo de alienación: la del “conocimiento”
Socialmente solo debemos admitir aquella creación de conocimiento que tenga la posibilidad de traducirse en mejoras sensibles del bienestar individual y global, dentro de presupuestos éticos.
Pero abordar tal tarea nada fácil y siempre por encima de las posibilidades individuales, exige posiblemente el nacimiento de entidades supranacionales que permitan crear las condiciones adecuadas para que la “sociedad de la información” permita dar el paso hacia la “Sociedad del Conocimiento Útil”, una cuarta ola en el sentido toffleriano , que nos lleve a la “Gran Sociedad de los Individuos” que sería la quinta ola, en la que se de una globalización beneficiosa para todos y cuya esencia sea el desarrollo del ser humano. Una sociedad en la que todos podamos acceder en igualdad de condiciones al conocimiento, sin que nadie pudiera llegar a considerarlo ajeno así mismo. De lo contrario podría surgir un nuevo tipo de alineación generada por su extrañamiento, en aquellos que se encontraran marginados de la posibilidad de alcanzarlo (alienación del conocimiento –extrañamiento del conocimiento)
La información es algo al servicio de todos, que habra que clarificar, verificar y contrastar su calidad, pero lo realmente importante es que la información veraz al ser captada por el individuo, este la convierta en conocimiento útil, que no solo va a ser positivo para la colectividad sino que va a ser el combustible vital que va a facilitar el desarrollo humano de ese ser, un avance dentro de si mismo, una autentica potenciación de sus posibilidades, que unido a un desarrollo de su mundo emocional, se convierta en el crecimiento que todos necesitamos para que nuestras vidas y la condición humana adquieran sentido.
El individuo es lo importante. En el génesis de la filosofía, la democracia, la república está el individuo con su espíritu crítico. El mundo lo hemos inventado los individuos interpretando, manipulando y soñando la realidad. La razón individual hizo posible la convivencia y la convivencia nos sugirió la base democrática que nos permitió ofrecernos unos a otros el estado de derecho en base a unos contratos sociales que la globalización va a obligar a revisar en u futuro próximo.
Por encima de la construcción de entidades supranacionales, de los Estados-Nación, los Pueblos-Nación y las Autarquías Locales se encuentra el individuo, ese cosmos, esa nación interior, esa particular y grandiosa epopeya vital .
En definitiva, nos surge como última reivindicación global recuperar el Leopoldo Bloon del Ulises de James Joyce, con todos sus derechos y posibilidades en todas las partes del mundo. Por ello en esta línea de futuro, seguro que aún lejano, tendríamos que plantearnos el negociar ante el estado global los derechos de esta verdad metafórica: el individuo nación, con su soberanía personal incorporada, tal vez la única nación que debería existir necesariamente en un mundo realmente evolucionado. En ese momento desaparecerían todos los intermediarios para una nuevas y buenas relaciones humanas, que en definitiva es lo que a todos verdaderamente nos interesa. Una globalización que sitúe en su centro el desarrollo del ser humano.
La gente ya no quiere ser española, pero de nada vale ser “vasco”, “gallego”, “bretón” o ”corso” si no se consigue que a cada individuo le permitan ser el mismo, amparado por todos los Derechos Humanos posibles y universalmente aceptados. Esa sería la “globalización” que a todos nos interesa, Y esto es además perfectamente compatible con mantener creaciones culturales diferenciadas (vascas, gallegas o eslovenas), plenamente defendibles siempre y cuando no sean empleadas como arma arrojadiza contra nadie y sabiendo además que son siempre insuficientes para lograr la identidad de uno mismo.
Creer que nuestra identidad nos la puede proporcionar un territorio, un idioma, nuestras tradiciones y mucho menos una bandera, un himno o una patria es simplificar lo complejo. Con seguridad nuestra “individualidad” está potencialmente en nosotros mismos y todos los derechos deberían de orientarse a que se desarrollase total y libremente.
Hay que defender la identidad, puesto que la diferencia es un elemento constitutivo de cada ser humano y también de las identidades colectivas en que este se agrupa.
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